El canto ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad, en todas las épocas, culturas, civilizaciones y formando parte de las manifestaciones sociales y artísticas.
Ante tales afirmaciones les ejerzo una breve reflexión. ¿Esta disciplina se haya presente en las instituciones penitenciarias de hoy en día?
La prisión es un recinto severamente difícil para la existencia y convivencia de los reos. Estos ostentan bajos niveles educativos, baja autoestima, déficit de empatía, carencia de autocontrol, impulsividad, agresividad desbocada, ingratitud, desconfianza, incumplidores de normas. Son víctimas de una exclusión social, de bloqueos psíquicos, físicos, familiares, culturales, etc...
Por ende, medito y me cuestiono ¿Tienen derecho a una reinserción?, ¿Pueden conseguirlo y enriquecerse de ello?
Se entiende por reinserción a la capacidad de compromiso hacia el conjunto de pautas, reglas, valores y medidas educativas para fomentar la integración social y readaptarse a una nueva vida.
Para conseguirlo prefiero a la incorporación de programas y talleres educativos personalizados, flexibles y atractivos como parte de un plan integral en la rehabilitación y reinserción del recluso, aunque soy consciente de que, en ciertos casos, no esté contemplado como una solución.
En la actualidad todas las prisiones disfrutan de planteamientos socioculturales encauzados a incrementar las capacidades sociales y laborales de los internos.
El arte de cantar formará parte de esas actividades artísticas, diseñadas y pensadas para la enmienda de los internos. Aportará toda una serie de beneficios, ya que posee una inmensa capacidad inclusiva y un gran poder sociabilizador. Los presos cantan y sienten la necesidad de expresar sus emociones, favoreciendo tanto a su desarrollo cognitivo, físico y emocional. Su finalidad se centrará en construir un conjunto de valores fomentando el sentido artístico, ético, social y cultural, valorando el esfuerzo, tolerancia, integración, respeto y desarrollo de su identidad. Los reclusos conectan con su pasado, interactúan socialmente, se divierten, ejercitan la memoria, su físico y huyen de la soledad, de los conflictos y del estrés. Establecen relaciones interpersonales, comparten esfuerzos hacia un objetivo en común, florece el sentimiento de pertenencia, libertad, confianza, inteligencia emocional, autoestima, empatía, sensibilidad, crecimiento personal, felicidad, positivismo, autorrealización, disciplina, humor. Combaten la depresión y ansiedad, mejoran la concentración, atención, memoria y restablecen el sistema inmunitario, cardiovascular y cognitivo. Se sienten escuchados, valorados y no juzgados, que pueden evolucionar, aprender y cambiar su forma de vida. Están abiertos a otras doctrinas, pensamientos y actitudes.
Establecen relaciones entre el propio centro penitenciario y con el exterior. Se enriquecen culturalmente con las canciones, fundiéndose entre las diferentes culturas, sumergiéndose y adentrándose en la diversidad de las lenguas, razas, géneros literarios, naturaleza, geografía, hechos históricos, folklore, religión, sociedad, política y costumbres.
Es comprensible que los programas hacia una formación laboral atiendan a una mayor exclusividad y no a los de índole artístico. Pero ansío esclarecer que, ante un amplio abanico de ventajas, ya demostradas, y tras numerosas investigaciones, se evidencia que las actividades artísticas son de cada vez más efectivas. Por este motivo se debería dar más notoriedad a esta disciplina y ponerla en valor.
Es de total relevancia la cooperación del Ministerio de justicia y el de cultura para llevar dichas actividades. Las administraciones deben seguir apostando estas iniciativas, allanando el camino de la cultura en las prisiones, promoviendo políticas culturales y estableciendo lazos entre colectivos, instituciones y asociaciones vinculadas al canto.
El canto ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad, en todas las épocas, culturas, civilizaciones y formando parte de las manifestaciones sociales y artísticas.
Ante tales afirmaciones les ejerzo una breve reflexión. ¿Esta disciplina se haya presente en las instituciones penitenciarias de hoy en día?
La prisión es un recinto severamente difícil para la existencia y convivencia de los reos. Estos ostentan bajos niveles educativos, baja autoestima, déficit de empatía, carencia de autocontrol, impulsividad, agresividad desbocada, ingratitud, desconfianza, incumplidores de normas. Son víctimas de una exclusión social, de bloqueos psíquicos, físicos, familiares, culturales, etc...
Por ende, medito y me cuestiono ¿Tienen derecho a una reinserción?, ¿Pueden conseguirlo y enriquecerse de ello?
Se entiende por reinserción a la capacidad de compromiso hacia el conjunto de pautas, reglas, valores y medidas educativas para fomentar la integración social y readaptarse a una nueva vida.
Para conseguirlo prefiero a la incorporación de programas y talleres educativos personalizados, flexibles y atractivos como parte de un plan integral en la rehabilitación y reinserción del recluso, aunque soy consciente de que, en ciertos casos, no esté contemplado como una solución.
En la actualidad todas las prisiones disfrutan de planteamientos socioculturales encauzados a incrementar las capacidades sociales y laborales de los internos.
El arte de cantar formará parte de esas actividades artísticas, diseñadas y pensadas para la enmienda de los internos. Aportará toda una serie de beneficios, ya que posee una inmensa capacidad inclusiva y un gran poder sociabilizador. Los presos cantan y sienten la necesidad de expresar sus emociones, favoreciendo tanto a su desarrollo cognitivo, físico y emocional. Su finalidad se centrará en construir un conjunto de valores fomentando el sentido artístico, ético, social y cultural, valorando el esfuerzo, tolerancia, integración, respeto y desarrollo de su identidad. Los reclusos conectan con su pasado, interactúan socialmente, se divierten, ejercitan la memoria, su físico y huyen de la soledad, de los conflictos y del estrés. Establecen relaciones interpersonales, comparten esfuerzos hacia un objetivo en común, florece el sentimiento de pertenencia, libertad, confianza, inteligencia emocional, autoestima, empatía, sensibilidad, crecimiento personal, felicidad, positivismo, autorrealización, disciplina, humor. Combaten la depresión y ansiedad, mejoran la concentración, atención, memoria y restablecen el sistema inmunitario, cardiovascular y cognitivo. Se sienten escuchados, valorados y no juzgados, que pueden evolucionar, aprender y cambiar su forma de vida. Están abiertos a otras doctrinas, pensamientos y actitudes.
Establecen relaciones entre el propio centro penitenciario y con el exterior. Se enriquecen culturalmente con las canciones, fundiéndose entre las diferentes culturas, sumergiéndose y adentrándose en la diversidad de las lenguas, razas, géneros literarios, naturaleza, geografía, hechos históricos, folklore, religión, sociedad, política y costumbres.
Es comprensible que los programas hacia una formación laboral atiendan a una mayor exclusividad y no a los de índole artístico. Pero ansío esclarecer que, ante un amplio abanico de ventajas, ya demostradas, y tras numerosas investigaciones, se evidencia que las actividades artísticas son de cada vez más efectivas. Por este motivo se debería dar más notoriedad a esta disciplina y ponerla en valor.
Es de total relevancia la cooperación del Ministerio de justicia y el de cultura para llevar dichas actividades. Las administraciones deben seguir apostando estas iniciativas, allanando el camino de la cultura en las prisiones, promoviendo políticas culturales y estableciendo lazos entre colectivos, instituciones y asociaciones vinculadas al canto.
1 Comentarios
Enhorabuena por este gran artículo. Te puedo decir que hace unos añitos ya, trabajé en la prisión de palma. Por eso seguramente me ha llegado tanto tu escrito, porque no lo puedes haber descrito mejor. Añado que se hacían actividades con los presos, que los niños tenían que estar allí dentro hasta los 3 años sin haber cometido ningún delito, pero nunca vi como actividad el canto, tampoco con los pequeñitos. Imagino y deseo que a día de hoy todo el protocolo que había antes haya cambiado a mejor, que la gente se dé cuenta de la buenísima terapia que es la música para poder evadirnos aunque sea un rato del sufrimiento, y también para compartir otros momentos de felicidad. Voto por que nos dejemos
ResponderEliminarde tanta pastillita y cantemos más a la vida, a las alegrías y también a las penas, que cantando ya no serán tan penosas. Salut para todos ! y ,.no dejemos nunca de cantar.