Al principio, superada la República, la contienda y el hambre, se hablaba de “Rojos” y “Nacionales”, aunque en Mallorca esto era solo en el NO-DO. En las tabernas, bares y plazas se hablaba más de Guillermo Timoner, de Kubala o Di Estéfano y de Mary Santpere. Esta isla siempre ha tenido una gran afición al deporte, especialmente al ciclismo, el velódromo de Campos, Sa Voltadora de Ses Salinas, El Tirador en Palma (el más antiguo de España seguido de el de Campos); sin olvidar la pesca submarina, el tiro de precisión, etc.
En cuanto a artistas, destacaron a nivel nacional Jorge Sepúlveda, Boned de San Pedro, etc. pintores, “Mestres d’axa” y demás, eran el referente durante las décadas 50’ y parte de los 60’. Con la aparición del turismo surgieron en la isla muchos grupos musicales y grandes maestros del arte escénico (Juanita Valls, Xesc Forteza). Mallorca seguía siendo muy propia, de hecho, se seguían leyendo las rondayas, especialmente en los años cincuenta, cuando en la marina, en los huertos y zonas de veraneo, no tenían aún luz eléctrica.
Apenas aparecieron los primeros transistores, las cafeteras italianas, la moto Guzzi, el café crudo en grano (que bien olía al tostarlo), tabaco americano e inglés en estuches preciosos, encendedores que desplazaron a los de mecha larga, algunos incluso eran una cajita de música, todo un lujo, se podía escuchar Ama Rosa, el anuncio de Cola-Cao y el carrusel deportivo en directo. Radio Andorra era más oída que la actual Euronews.
Apenas se hablaba de política, entre los madrugones para ir a ordeñar, alimentar al ganado, segar y regar los campos de alfalfa, limpiar, etc. en los pueblos preparar los cafés con Amazona, Tres Caires, Cazalla o Caña, salir raudos hacia las fábricas de zapatos, los talleres, abrir comercios, dar clases, etc. No, no quedaba tiempo más que para hablar de deporte, del tiempo y de lo largo que fue el sermón en la misa oficio del domingo.
La caza y la pesca arraigaron mucho en la ciudadanía en general, las mujeres bordaban, remendaban y cocinaban, los niños eran hogareños y se les vigilaba de cerca. Hacer “matansas” era más que una necesidad, un ritual muy estricto y bien orquestado, una tradición que ofrecía comida para todo el año, en un ambiente festivo colaboraban familiares y vecinos que no cesaban de trabajar hasta haber liquidado toda la faena. Luego sí, se remataba con una cena donde no faltaba el frito mallorquín, “sas figuas secas” plátano y almendras, ensaimada de cabello de ángel, café y aguardientes. Todo ello amenizado con música de guitarras, glosas y buen humor. Así se ahuyentaba el cansancio.
Un dato curioso es que los vecinos de los pueblos, unos “bajaban” a Ciutat y otros “subían” a Ciutat, depende si estaban al norte de la isla o en la zona de levante y sur. A los de Ciutat se les llamaba “panecillos”, pues fue en la capital donde se comercializó el llonguet, y claro, eran llonguets o panecillos sus habitantes.
De hecho, se conocía más por el apodo que por el apellido, tanto personas como lugares. El bar de Ca na Calenta, estaba en la calle del Tren frente al bar de Ca n’Axencada (Campos). En Miquel de Son Xorc, o Ca na Punta, Ca’n Pomaret o Ca’n Closca, sas “Serrelleras” (servían la centralita de la Telefónica), Ca na Mions en Ses Salinas, es Pollé de s’Avall (buen ciclista), Ca’n Nina, en Colau Mariete (Palma), Ca’n Alòs (Felanitx), en Miquel Tacó (Llucmajó) o en Rafèl de Ca’s Busso, etc.
No, no existían ni las fake news ni las redes sociales, tampoco apenas se firmaban ante notario ni préstamos, hipotecas, etc. El Juez de Paz apenas intervenía, y rara vez había que recurrir al sargento o al rector.
Los asuntos más graves tenían su origen en conflictos por lindes, uso de agua, servidumbres de paso, embarazos no deseados, sementales que no cumplían y alguna vecina que no limpiaba acera y calzada. Poca cosa más. Mallorca era muy mallorquina.
2 Comentarios
Muchos aún lo recordamos así.
ResponderEliminarMucho tiempo ha de eso, Tomeu, lo han borrado del mapa de los recuerdos, pero todavía quedamos algunos que lo recordamos.
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