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El próximo 21 de febrero, a las 20:15 horas, la Biblioteca Municipal de Ibiza se convertirá en el epicentro de la inspiración y la esperanza con la presentación de El Fénix Renacido, la nueva obra de Francisco José Castillo Navarro. Tras el éxito arrollador de su primera presentación en Palma.

La bandera en Marte de “Trump, el Pacificador”

Donald Trump, conocido por sus discursos directos y provocadores, no ha dejado indiferente a nadie con el que pronunciara en su investidura, constituyendo una verdadera carta de intenciones que cobra su real sentido en los días siguientes de su mandato actual.

La alusión a la bandera de Norteamérica en Marte y su autoproclamación de nuevo mesías que viene a salvarnos contienen un profundo simbolismo. ¿Acaso el asalto al Capitolio, la promoción del expansionismo, su intención de recurrir a la fuerza, así como el ánimo de venganza no se contraviene con el sentido de un conciliador?

Lejos de suavizar tensiones, su habilidad está en generar división. En lugar de suavizarlas, su tono es combativo hacia oponentes políticos, medios de comunicación y minorías. Su política de “América Primero” implica la exclusión o confrontación con aliados tradicionales, dejando claro que su definición de paz no siempre está alineada con la diplomacia clásica. Sus acciones generalmente son unilaterales y de confrontación en vez de significar un compromiso genuino con la cooperación y el entendimiento mutuo.

Entonces, la postura de “pacificador”, además de paradójica, es muy cuestionable. Su desempeño lo deja bastante lejos de esa figura tanto en cuestiones domésticas como internacionales.

La imagen de la bandera estadounidense plantada en Marte es una poderosa metáfora que juega con el concepto de "grandeza y desmedida ambición” que Trump ha promovido durante toda su carrera política, simbolizando que “hacer grande a América otra vez” significa una nueva era de conquista e innovación que pone a Estados Unidos a la vanguardia del progreso global. No solo en términos de tecnología, sino como la nación que marque el ritmo del futuro, icono de supremacía y capacidad para superar desafíos tecnológicos, económicos y geopolíticos. Y su mensaje de grandeza, poder y liderazgo lo acompaña con un gobierno de élite en el que se incluyen poderosos representantes de plataformas tecnológicas y ambiciosos proyectos.

Trump es un estratega de propuestas de máximos y así ha sido y continuará siendo su mandato, para el que ha anunciado y ya ha comenzado a ejecutar acciones tan controvertidas como inexplicables. Y me pregunto si setenta y siete millones de ciudadanos son conscientes de haber apostado al retroceso.

Sin dudas, su éxito se debe a tantos factores que hacen muy compleja la comprensión. La polarización política de la sociedad, su manipulada narrativa del supuesto fraude electoral de 2020, su agenda contra las políticas progresistas, la influencia de los medios conservadores, entre otros, lo han fortalecido como líder natural al que se le apoya independientemente de los eventos que marcan su mandato y los escandalosos cuestionamientos judiciales como figura pública.

En definitiva, el mandato soberano e imperial de Trump está cada vez más lejos de su definición de pacificador y mucho tiene que ver con la bandera que quiere plantar en Marte. Además de todo lo comentado, es símbolo del ejercicio absoluto del poder ejecutivo con todas las consecuencias para su nación y el mundo.

Me temo que de los setenta y siete millones de votantes que lo apoyaron, habrá muchos que han comenzado a arrepentirse de su elección.


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1 Comentarios

  1. Muchos se equivocan con D. Trump. Es un buen jugador de TRUC, maneja las cartas, aparenta, hace faroles, simula despistes, etc. Sin embargo tiene las cosas más claras que el agua clara. Su estrategia está bien definida, poco aireada para sembrar temor al enemigo, confusión y dudas, cuando llega el momento salta sobre su presa para conseguir su objetivo. Pura estrategia.

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