Un punto clave del documento “Visión Armada 2050”, presentado hace unos días, aborda las capacidades de la Armada para ser decisiva en el combate y defender los intereses de España con la autonomía necesaria para “el cumplimiento de la misión ante escenarios más demandantes en todo espectro, desde situaciones de normalidad hasta de alta intensidad, con especial atención a la zona gris, ejecutando las tres funciones específicas navales: la proyección del poder naval sobre tierra, el control del mar, y la acción marítima”.
Este apartado del documento define las necesidades materiales, abordando más lo estratégico que la concreción de medios, pero, entre líneas, se dan unas claves más que interesantes que intentamos desgranar.
Así, entre los objetivos se define la necesidad de “la consolidación de una capacidad avanzada de proyección, con una composición equilibrada de la Fuerza, disponiendo de sistemas de armamento decisivos, con buques de proyección de gran porte, una fuerza anfibia versátil, capacidad aérea de ala fija embarcada, un arma submarina renovada y sistemas no tripulados (UXV) completamente integrados con el resto de la Fuerza”.
Capacidad de proyección
El que la Armada española sea una de las más importantes de la OTAN responde en gran medida a la construcción, desde hace décadas, de dicha capacidad avanzada de proyección, que se empezó a forjar en los años cincuenta del pasado siglo. Tras los pactos de Madrid de 1953, comenzó a dotarse de navíos anfibios excedentes de la Marina de los Estados Unidos, US Navy, por entonces bastante modernos y eficaces. Pero aquellos marinos, que habían sido pioneros en los desembarcos (en 1925 en Alhucemas) y que luego libraron un conflicto naval convencional durante la Guerra Civil española, supieron adaptarse rápidamente a las técnicas de proyección naval de la US Navy.
Desde entonces, la Armada ha sido el alumno aventajado de las doctrinas navales de los Estados Unidos, que ha posibilitado actualmente contar con una espectacular capacidad avanzada de proyección, que según el actual documento se deberá de sustituir con navíos de gran porte. “Visión Armada 2050” no concreta cuales serían, pero lo probable sería dotarse de un segundo LHD (Landing Helicopter Dock) mayor y que incorpore tecnologías de última generación respecto al actual “Juan Carlos I”. Así mismo, aunque esta proyectada su modernización, se deberán encargar nuevos LPD (Landing Platform Dock), que sustituyan a los actuales dos navíos de la clase Galicia.
Pero para mantener dicha capacidad, como también apunta “Visión Armada 2050”, se debe mantener la capacidad de ala fija y el único sustituto posible de los actuales aviones de combate AV-8B+ Harrier II es el avión de combate de 5ª generación Lockheed Martin F-35B, como ya han hecho, o están en vía de hacerlo, otros operadores del Harrier: Estados Unidos, Reino Unido e Italia.
Submarinos
Respecto a los estratégicos submarinos, el documento habla de un arma renovada, que, al menos, debería retornar a la situación de finales del siglo pasado, cuando se contaba con 8 unidades. Así, la dotación de los 4 del tipo S-80 es claramente insuficiente. En diversos foros la Armada ha apuntado a que el encargo en curso se amplie hasta la media docena y se avance en la consecución de los futuros S-90, que potenciarán las altas capacidades oceánicas de los S-80 Plus, aunque también tendrán una gran eficacia en aguas litorales.
Más allá, estaría el S-100 “Poseidón”, una hipotética clase de submarinos de propulsión nuclear, con un desplazamiento de entre 6.000 y 10.000 toneladas, una nave de ataque bien distinta de las convencionales que le precederían en su evolución. Una línea de futuro que analizaba el pasado año el Vicealmirante (r) José Manuel Sanjurjo Jul en un artículo publicado en la Revista General de Marina, órgano oficial de difusión propio de la Armada española, un futuro submarino de ataque con propulsión nuclear cuya llegada podría acontecer después de los submarinos del tipo S-90 que la Armada estaría ya concibiendo como evolución de los actuales S-80 Plus, y que comenzarían a construirse dentro de dos décadas para estar listos de dentro de treinta años.
Obviamente la Armada seguirá apostando por todo tipo de sistemas no tripulados (UXV), destacando la próxima creación del denominado CEVENTA (Centro de Experimentación de Vehículos No Tripulados de la Armada) en la base naval de Rota (Cádiz), donde se centralizarán las actividades de investigación y evaluación de sistemas no tripulados como los que se están probando hace años en iniciativas como REPMUS o Dynamic Messenger.
Aunque, el desarrollo de los UXV, lejos de actuar sólo como medios de ISR y/o de combate, como los que utilizan los ucranianos en el mar Negro al carecer de unidades navales convencionales, en el concepto 2050, serán, además, un medio multiplicador de la acción de los navíos y submarinos de la Armada española, como insiste el documento en su interesante apreciación de “completamente integrados con el resto de la Fuerza”. (Julio Maíz)
✍Redacción
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