Despojo el corazón de cualquier áspero sabor que nos deja el mundo que respiramos hoy para ser capaz de transmitir mi mensaje de optimismo y motivación.
No importa que el despropósito sea evidente y el discurso de cada día esté plagado de un sentido de involución que me asusta, creo en el ser humano y en su capacidad ante la adversidad y los tiempos difíciles. Sigo teniendo fe en un mundo mejor para nuestros hijos, en la capacidad sanadora de los abrazos y en la cercanía que nos humaniza y hace posible todo.
Quiero creer que la verdad seguirá siendo luz y la justicia hará su templo en cualquier causa.
Hoy confío en la razón, en la necesidad de reconocer que no importa atesorar sino ser buenas personas.
Confío en la importancia de la libertad para poder vivir una vida de paz infinita. Creo en el crecimiento, en ese desarrollo que hacemos para que no nos supere la vida. Y todavía en algo más importante, no permitir dar valor a todo aquello capaz de trascendernos.
2025 será una nueva oportunidad para todos y aquí dejo mis mejores deseos de buenaventura y felicidad, confiando en que seremos capaces de multiplicar la solidaridad, la empatía y el cariño, agradeciendo la suerte de haber coincidido un año más.
En la medida que seamos conscientes de equilibrar prioridades y ponderar lo verdaderamente importante, lograremos un mundo mejor donde respirar la intensidad de la vida sin límite.
Les abrazo en la cercanía y la distancia con el deseo de que el amanecer de cada día del nuevo año nos regale razones infinitas de alegría y prosperidad.
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