Hubo un tiempo en que las cartas escritas a mano llevaban el peso de las emociones. Esperar días por una respuesta tenía su propia magia, y cada pliegue del papel guardaba más que palabras: conservaba la tinta del momento, el pulso del que escribía y el aroma de un tiempo que no volverá.
✍ Recuerdos Nostálgicos
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