✍ Alejandra Alloza: Periodista, comunicadora, presentadora, escritora/
Este fin de semana, el Casino de Madrid ha albergado los desfiles de la Pasarela España, que ha exhibido unas tendencias basadas en la opulencia y con una mirada a otras décadas, aunque reversionadas.
Una sofisticación, fruto de muchas vivencias, que hemos descubierto en la colección "Cruz Sacra" de la polifacética artista valenciana Charo Marín. Su estética fusiona la espiritualidad de oriente, con sus amuletos de metacrilato, sus largos kimonos pintados a mano y los sombreros que enmarcan las miradas, con la alegría mediterránea que destila.
Las cruces se combinan con letras orientales y el rojo y el negro dominan, haciendo un guiño al color de la suerte para los chinos con la sobriedad del negro. Las modelos tenían un aire de "cruzadas" en busca de una "victoria espiritual", como reivindicó la propia diseñadora.
Elisabeth Moss sorprendió con una mirada al glamour de los sesenta. La estética de películas como "El guateque" o las icónicas comedias de Audrey Hepburn revivían con vestidos de cocktail en blanco y negro, fluidos y con pequeños adornos de pedrería. Los tonos empolvados son otra de las tendencias en la colección exhibida en Madrid, una gama como el rosa palo que ya domina en muchos escaparates de la capital.
María Lafuente revalorizó las transparencias y las flores en relieve, dibujando la silueta de una mujer como la de un personaje escapado de un cuento que deambula por un jardín mágico.
Olga Macià reivindicó el cuello halter, pero también realizó otros guiños: las bermudas se consolidan como un must para este verano y los estampados con flores enormes y cierto aire étnico invadirán las calles.
El Carlo Marbella cerró la jornada con un mensaje claro: el volumen. Volantes y fruncidos en telas adamascadas. Faldas con mucho vuelo y todos los elementos que prolongan la presencia. Vestidos de corte sirena con pequeñas capelinas. Y como fin de fiesta, diseños black swan o "cisne negro", a pesar de ser vaporosos, están cargados de serenidad.
Los colgantes se llevan grandes, los collares de eslabones se multiplican y no son tiempos para la discreción. Después de ver los desfiles de la Pasarela España 2025, puedo vaticinar que se avecina una crisis, porque es en ese momento (según rezan todos los manuales de economía) cuando la moda se vuelve más barroca y las ganas de figurar se vuelven imprescindibles.








