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España un Estado en descomposición

 


✍ Fulgencio Coll Bucher, Militar retirado, Político

Que España es un estado frágil como consecuencia de los gobiernos socialistas de Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, es una realidad que se puso de manifiesto tras los atentados terroristas del 11-M de 2004, un día que cambió la historia de España. Continuó con el golpe de Estado de la Generalitat de Cataluña en 2017, esta vez gobernando el PP con un presidente pusilánime, que no supo imponer el orden y la ley. De nuevo, con socialistas gobernando, durante la pandemia del COVID-19, sabiendo el 8M de la gravedad de la situación, no tomaron las medidas oportunas, seguido con la interminable llegada de inmigrantes ilegales a las Islas Canarias o con el asalto de miles de jóvenes marroquíes violando la frontera de Ceuta. La catástrofe de la DANA de 2024 ha reforzado esa estimación al negarse el presidente del Gobierno a aplicar la emergencia nacional por afectar a varias comunidades con más de 229 muertos, en una clara omisión del deber de socorro. Vimos su huida cobarde y su desalmada incompetencia: “que pidan ayuda si la necesitan”, rechazando la llegada de auxilio ofrecido por Francia y otros países. No sé a qué espera la jueza para investigar al ministro del Interior, a la ministra de Defensa o al propio presidente del Gobierno al impedir el auxilio requerido. No vale la excusa de que no era competencia del Estado, sí lo era, y prohibieron a las unidades militares situadas en Valencia acudir en auxilio de las víctimas.

El 18 de diciembre de 2019 publiqué un artículo en El Mundo de Baleares, que decía “Sánchez, un problema para la Seguridad Nacional”. Me quedé muy corto, no es un problema, se ha convertido en el mayor enemigo de España.

Llegó al poder gracias a una moción de censura destructiva, formando gobierno con ministros comunistas y apoyado por separatistas y filoterroristas. Sánchez ha forzado las reglas de juego formales, eludiendo el control de la oposición y legislando sistemáticamente mediante decretos-leyes, que han supuesto el 49,5 % de normas con rango de ley.

Corrosivo es su conflictivo liderazgo en su partido, en el Parlamento, en la Administración General del Estado, en el Tribunal de Cuentas, en el Tribunal Constitucional que está al servicio de Sánchez, en la Administración de Justicia, incluyendo la Fiscalía del Estado, que ya es claramente del Gobierno, o en el mismo Código Penal. Sánchez ha manoseado estas instituciones, corrompiéndolas. Ha colonizado más de 50 entidades públicas, entre otras Red Eléctrica Española, la del apagón de España, o del propio Banco de España.

Sánchez ya es definido como un autócrata, niega a sus adversarios políticos a existir, establece cordones sanitarios, un muro contra la derecha, no respeta la neutralidad, vulnera la separación de poderes con ataques a los jueces, ha sido condenado dos veces por el Tribunal Constitucional por aplicación abusiva del estado de alarma, limita la labor de la prensa crítica, se salta todas las prácticas de la higiene democrática. Ha convertido la mentira en la norma de su mandato, practica el nepotismo sin complejo alguno. Gobierna sin la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, una anomalía democrática. En política exterior es un provocador y perturbador con Argelia, que nos corta el gas y manda menores extranjeros no acompañados agresivos sin retorno, con EE. UU. al estar él del lado de dictadores comunistas, en su momento con Marruecos, con Israel, y es desleal con la OTAN o con Ucrania. Sánchez ha creado o subido más de cuarenta impuestos. Bajo su Gobierno, la recaudación sobre el PIB ha subido 10 veces más que la media de la UE.

Se ha convertido en un comunista venezolano al mejor estilo Aló Presidente, con su famélica legión del enorme pesebre y aduladores, con sus próximos acusados por diferentes delitos como tráfico de influencias, corrupción de negocios, intrusismo laboral, apropiación indebida, blanqueo de capitales, falso testimonio, malversación, prevaricación, revelación de secretos, organización criminal y cohecho. Recordamos los nombres de Begoña Gómez, David Sánchez, Albares, Tito Berni, José Luis Ábalos, rodeado de meretrices, y una larga lista de caraduras.

Si quieren buscar a un dictador vivo, aquí lo tienen: Pedro Sánchez. Y les recuerdo a los socialistas que son cómplices. Quien calla, otorga, empezando por su gran colaboradora y presidenta de las Cortes, Francina Armengol, cercana a los separatistas catalanes, acompañados por la poderosa Comisión Ejecutiva del PSOE. Que un delincuente fugado en Bruselas, por siete votos, imponga la política que debe seguir el Gobierno de España, sea para repartir menores extranjeros no acompañados, para decir quién es responsable de las fronteras de España o cómo debe repartir las partidas presupuestarias, dando a los separatistas catalanes los caprichos que pidan, demuestra la degradación del Gobierno y del propio Estado. Solo veo un partido nacional que puede y quiere cambiar esto; me temo que los otros son parte del problema. ¿Seremos capaces de movilizarnos para echar al monstruo de la Moncloa? O reaccionamos, o ya no habrá la posibilidad de cambiar este desastre.


⚠ Nota del Periódico de Baleares
Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen exclusivamente a su autor o autora colaborador(a) y no reflejan necesariamente la postura editorial del Periódico de Baleares.