✍Francisco José Castillo Navarro, Director General del Grupo Periódico de Baleares, Presidente Fundador de AMC/
Hoy no puedo evitar emocionarme al escribirte estas palabras, mamá. No hay un solo día en que no te piense, pero hoy… hoy especialmente, tu ausencia duele más, porque es el día en que el mundo celebra a las madres, y yo solo quiero abrazarte una vez más.
Tú me enseñaste tanto sin decir demasiado. Me mostraste que caerse no es el final, que cada tropiezo tiene su enseñanza, y que con amor ese amor que tú me dabas sin medida todo es un poco más llevadero. Me enseñaste que la paciencia es un acto de amor, que los errores no nos definen, pero sí pueden impulsarnos a crecer.
Tu risa aún suena en mis recuerdos como una melodía que calma, y tu voz aunque ya no la escuche sigue siendo mi guía. Cuando la vida se pone cuesta arriba, pienso en ti. En cómo enfrentabas cada día con una fuerza que ahora sé que no era común. Me enseñaste a luchar, a resistir, a no rendirme, y a tener fe... incluso cuando me fallaba a mí mismo. Porque tú siempre creíste en mí, incluso cuando yo no podía hacerlo.
Y aunque estés lejos, mamá, no estás ausente. Estás aquí, dentro de mí, en cada decisión, en cada logro, en cada lágrima que seco solo porque sé que tú me enseñaste a seguir adelante. Me dejaste una huella imborrable… no solo en el corazón, sino en el alma.
El amor incondicional existe, lo sé, porque lo conocí en tus abrazos, en tus silencios comprensivos, en tus noches en vela por mí. De todos los regalos que la vida me ha dado, sin duda alguna, tú fuiste el más grande. No por lo que hiciste, sino por lo que eras. Por cómo me enseñaste a vivir, no con palabras, sino con tu ejemplo.
A veces, cuando miro atrás, me descubro buscando tu mirada aprobadora, tus palabras sabias, tus frases que aún hoy repito como un mantra… sobre todo esa que llevo tatuada en el alma: “De los cobardes nunca se ha escrito nada”. Qué razón tenías, mamá.
Solo espero que, desde donde estés, veas en lo que me he convertido… y que te sientas orgullosa. Porque todo lo bueno que hay en mí viene de ti. Todo lo que soy, es en parte gracias a ti.
Hoy quiero abrazar a todas las madres del mundo, en especial a aquellas que luchan cada día con más de lo que tienen, que entregan el alma sin pedir nada a cambio. Pero, sobre todo, quiero abrazarte a ti, aunque sea con estas palabras, con este corazón que nunca te olvida.
Te quiero, mamá.
¡Feliz Día de la Madre!
—Tu hijo, el que jamás dejará de amarte
0 Comentarios