✍Sabías Que/
Seguramente lo has visto en alguna ocasión: una persona que, al sostener una taza de té o una copa de vino, eleva el dedo meñique en un gesto que parece delicado, sofisticado... y algo fuera de lugar. ¿Por qué lo hacemos? ¿De dónde viene esa curiosa costumbre de levantar el meñique al beber?
Lo cierto es que este gesto, que muchos asocian con la buena educación o la alta sociedad, tiene raíces que se hunden en siglos pasados, mezclando historia, normas sociales y un toque de leyenda popular.
Aunque algunos creen que se trata de una muestra de refinamiento, los historiadores apuntan a orígenes más prácticos y, en ocasiones, menos glamorosos. Una teoría popular sitúa el inicio de esta práctica en la Edad Media o el Renacimiento, cuando las clases acomodadas comían con tres dedos (pulgar, índice y medio) mientras los demás quedaban extendidos. El meñique, por ser el más externo, se mantenía alejado de los alimentos para conservarse limpio, y con el tiempo ese hábito habría derivado en el gesto actual al sostener una copa o taza.
Otras versiones vinculan el gesto con antiguos modales aristocráticos, especialmente entre las damas de la corte, que intentaban sujetar pequeñas tazas de porcelana con movimientos gráciles. En un contexto donde la imagen lo era todo, el meñique elevado habría funcionado como símbolo de delicadeza, distinción y autocontrol. Sin embargo, no hay evidencia firme de que esta postura fuese una norma de etiqueta aceptada, y muchos expertos en protocolo la consideran hoy un gesto innecesario o incluso incorrecto.
En la actualidad, levantar el meñique se percibe más como una excentricidad o un cliché visual que como una muestra real de etiqueta. Algunos lo imitan irónicamente, mientras que otros lo adoptan de forma automática sin saber realmente por qué lo hacen. Lo cierto es que sigue siendo un detalle llamativo, cargado de historia y significado, aunque su origen real permanezca parcialmente envuelto en la bruma del tiempo.
Lejos de ser una regla de etiqueta moderna, el gesto del meñique levantado ha pasado a formar parte del imaginario colectivo, asociado con la elegancia, el esnobismo o incluso la caricatura del refinamiento. Un pequeño movimiento de los dedos que, aunque parezca trivial, esconde siglos de evolución cultural.
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