✍Sabías Que/
Uno de los misterios más fascinantes del ser humano es el mundo de los sueños. Todos hemos despertado alguna vez con la sensación de haber vivido una larga historia mientras dormíamos: viajes, conversaciones, emociones intensas… como si hubiéramos pasado horas en otro mundo. Sin embargo, la ciencia revela algo sorprendente: muchos sueños duran apenas unos segundos reales, aunque se perciban como experiencias mucho más largas.
Según diversos estudios sobre el sueño, la mayoría de los sueños vívidos ocurren durante la llamada fase REM (Rapid Eye Movement), que se repite varias veces a lo largo de la noche. Durante esta etapa, el cerebro muestra una actividad similar a cuando estamos despiertos, y es ahí donde se producen las escenas oníricas más intensas. Lo curioso es que algunos de esos sueños, especialmente los que recordamos con más claridad, pueden durar entre 10 y 20 segundos reales, a pesar de que al recordarlos nos parezcan mucho más extensos.
Este fenómeno tiene una explicación en la forma en que el cerebro procesa el tiempo mientras dormimos. En el estado onírico, la percepción temporal se altera radicalmente. Es como si el cerebro condensara emociones, acciones y recuerdos en una especie de “montaje cinematográfico acelerado”, generando la ilusión de duración. A esto se suma el hecho de que la memoria del sueño no funciona como la memoria consciente: recordamos fragmentos, pero no su verdadera cronología.
Algunas teorías sugieren que el cerebro “rellena” los huecos mientras recordamos el sueño al despertar, dándole una estructura más larga y coherente de lo que en realidad fue. Lo que parece una historia de horas puede haber sido apenas un fogonazo de segundos.
¿Por qué recordamos tan poco o tan mal los sueños?
Otra cuestión interesante es por qué, a pesar de soñar cada noche, muchas veces no recordamos nada. Esto se debe a que los recuerdos de los sueños no siempre pasan al sistema de memoria a largo plazo, especialmente si nos despertamos tiempo después de soñar. Solo cuando el despertar es inmediato a la fase REM, o cuando el sueño es muy intenso emocionalmente, tendemos a recordarlo con más detalle.
En definitiva, la experiencia de soñar es una de las más ricas y misteriosas de la mente humana. Nos demuestra que el cerebro, incluso mientras descansamos, sigue siendo un generador incansable de historias. Y aunque esas historias apenas duren segundos reales, su impacto emocional puede acompañarnos todo el día.
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