✍️ Francesc Jusep Bonnín — Agente de Prensa, cantautor, escritor, poeta, músico y pintor /
Hace unos días conocí a un personaje digno de mi historia.
Su nombre es Antonio, mallorquín, delineante jubilado y amante de los llaüts, la pintura, el dibujo y las maquetas.
Pero lo que más me llamó la atención fue su mirada: una mirada feliz, la de un hombre bueno con alma de, y por supuesto, artista enamorado de la mar.
Nacido en Sóller, pronto se mudó con su familia a Sencelles. He de comentar que, de pequeño, ya le gustaba pintar y dibujar.
Fuimos al bar de turno para sentarnos y, más cómodamente, tomarnos un café y practicar una acción a la que llaman hablar, conversar, dialogar: hacer uso debido y consciente del magnífico don de la palabra.
Estuvimos más de una hora hablando, tiempo que, sin ninguna duda, se hubiera podido prolongar hasta la puesta de sol. Lo hicimos sobre muchos temas, y de esa pasión por la mar, de esas maquetas destinadas a dar forma a un llaüt partiendo de un simple plano, tomando medidas y emulando a los mejores mestres d’aixa.
Anteriormente había estado en su estudio, rodeado de pinturas —sobre todo, acuarelas— y de herramientas para su afición: el modelismo naval, convertido en pasión.
Pero quería decir que esta historia se concentra en el encuentro, casi casual, con un vecino de mi calle. Y en el tiempo que estuvimos conversando, el móvil permaneció en silencio. Simplemente estábamos frente a un café, disfrutando de la tertulia, de la comunicación verbal y presencial, lejos del frío teclado de cualquier aparato de actual tecnología, de insulsas e impersonales pantallas. Simplemente con algo que se nos ha olvidado: la comunicación en vivo.
Esa es la historia de hoy. La historia del trato directo en la cual tuve la ocasión de aprender de mi hallazgo.
Es la historia de un hecho sencillo: el de las cosas pequeñas que nos tendrían que llenar, las que nos hacen felices de verdad, sin conservantes ni colorantes y aún libres de impuestos y postureos idiotas.
Las historias simples son las mejores historias. Quizá huérfanas de boato y gramática académica, pero son las que surgen cerca de tu espacio vital y de confort, y que a menudo nos pasan desapercibidas, hasta que la causalidad o la casualidad las hacen, a veces, visibles y posibles.
Una historia que me lleva a poder contar con un nuevo amigo en nuestra segunda juventud, con un toque de experiencia.
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