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Personaje Ilustre: Francisco Pizarro González



El conquistador que cambió el destino del Imperio Inca/

Francisco Pizarro González, el futuro conquistador del Incario, nació en la extremeña Trujillo, ciudad con gran abolengo desde el temprano Medioevo. Fue hijo bastardo de Gonzalo Pizarro, apodado El Largo, y también El Romano. La madre de Francisco fue una mujer del pueblo de nombre Francisca González, criada del Monasterio de las Freilas de la Puerta de Coria, en Trujillo. El hidalgo se desentendió muy pronto de esta aventura y Francisca González tuvo que buscar refugio en la casa de su madre, donde nació el futuro conquistador. La niñez de Francisco transcurrió como la de cualquier otro niño modesto de la villa, dentro de una pobreza que, en ningún caso, llegó a la miseria. Es posible que el niño y más tarde muchacho, en algún momento, se hubiera dedicado a cuidar cerdos. Lo cierto es que, cansado de esa vida, hacia 1493, Francisco Pizarro se junta con unos caminantes y marcha hacia la ciudad de Sevilla, que por entonces vivía el deslumbramiento del éxito del primer viaje colombino, descubridor del Nuevo Mundo.

Nada se sabe sobre el paradero ni las actividades que desarrolló Francisco Pizarro entre 1499 y 1501. Es posible que sobreviviera, con muchos trabajos y penurias, en Sevilla mientras encontraba la ocasión para embarcarse con destino a las Indias. Finalmente logró su deseo y en 1502 zarpó con destino al Nuevo Mundo en la flota que iba al mando de frey Nicolás de Ovando, gobernador de la Isla Española, llegando a la ciudad de Santo Domingo en abril del año antes mencionado.

A partir de ese momento Francisco Pizarro iniciará una larga y laboriosa vida castrense. Pizarro no pasaba de ser un simple soldado que debía ir constantemente en diversas huestes con el propósito de pacificar a indios alzados o también a la tarea de fundar villas y fuertes.

Hacia 1509, Francisco Pizarro, siempre como hombre de infantería, zarpa del puerto de la Beata a órdenes de Alonso de Ojeda, quien iba en pos del descubrimiento y conquista de la Nueva Andalucía. Junto a Ojeda, Pizarro está presente en la fundación del fortín de San Sebastián, el cual será el primero de su género en el continente, quedando al mando de él como lugarteniente de su jefe durante la ausencia definitiva de éste. Acatando sus órdenes reunió a la tropa y la llevó de regreso en dos bergantines, naufragando uno de ellos y salvándose Pizarro y otros castellanos en el otro. En plena navegación Francisco Pizarro se encuentra con Martín Fernández de Enciso, socio de Ojeda, y lo sigue a Cenú y Darién, lugar este último donde Enciso funda la primera ciudad en el continente americano, Santa María de la Antigua, donde Pizarro recibe un solar y queda avecindado en ella. Se puede advertir que ya para 1510 Francisco Pizarro era un “baqueano”, es decir, un hombre conocedor y con experiencia de la vida en Indias y, por ello, Ojeda le había nombrado su lugarteniente.

Pizarro, iletrado pero prudente como pocos, logró mantenerse al margen de las querellas políticas aferrándose a su situación de hombre de armas. Por esta razón Núñez de Balboa lo envía al frente de un grupo explorador a las tierras del cacique Careta. Por órdenes de Balboa exploró el río de San Juan y vuelve, ya como lugarteniente de Balboa, a las tierras del cacique Careta que terminó aliándose con los españoles. Pizarro y una tropilla bajo su mando sigue la exploración y arriba a las posesiones del cacique Comagre. Allí, el hijo de éste, llamado Panquiaco, les habla de un lugar donde había abundancia de oro y Pizarro también recaba información de la existencia de un océano austral. Ocupando siempre el cargo de lugarteniente de Vasco Núñez de Balboa, Pizarro es uno de los hombres que estará presente el 25 de septiembre de 1513, cuando se aviste el llamado Mar del Sur (Océano Pacífico), ingresando a sus aguas en pos del pendón de Castilla que enarbolaba Balboa y tomando posesión del inmenso mar el 29 de septiembre del año antes mencionado.

En 1518 el capitán Pedrarias Dávila le encomienda a Pizarro que tome prisionero a Vasco Núñez de Balboa, lo cual cumplirá en el Golfo de San Miguel. Pedrarias nombrará a Pizarro regidor del primer Cabildo que se establece en la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción de Panamá, situada sobre el Mar del Sur, y hasta allí acudieron multitud de hombres, mujeres y comerciantes, lo que produjo un acelerado crecimiento de dicha ciudad (1521). Pizarro es elegido alcalde ordinario de Panamá. Para 1522 Pizarro es capitán de la guardia del gobernador Pedrarias Dávila y lo acompaña a la fundación de la ciudad de Santiago de los Caballeros de Natá, retornando poco después a Panamá. En octubre del año antes mencionado la posición social y económica de Francisco Pizarro recibe un significativo impulso, pues se le destina un reparto de indios tributarios cuyo número ascendía a ciento cincuenta en la Isla de Taboga.

Para el mes de julio de 1523 la ciudad de Panamá experimenta una gran conmoción. Acababa de regresar Pascual de Andagoya de un viaje explorador al Señorío de Virú, Pirú o Perú. Ya por entonces las noticias de la existencia de territorios abundosos en oro y plata eran cada vez más precisas. Pizarro tenía formada una sociedad de bienes con Diego de Almagro, otro baqueano como él. A esta sociedad se agregaría el clérigo Hernando de Luque, quien se desempeñaba como maestrescuela de la Catedral del Darién. Entre los tres socios llegaron a juntar aproximadamente 18.000 pesos de oro. Su objetivo era llegar, por Levante, a esas ricas tierras de oro que Pascual de Andagoya había desistido de explorar.

Francisco Pizarro sería el capitán de la hueste, Almagro el encargado de aprovisionarla y Luque se ocuparía de todos los trámites de carácter burocrático y de evitar que otras personas se interpusieran en ese cometido que tantas esperanzas había despertado entre los tres socios. El 14 de noviembre de 1524 levó anclas en Panamá una pequeña carabela llamada Santiago o Santiaguillo. Allí iba Pizarro con ciento doce hombres. El piloto, muy importante por su experiencia, era Hernán Pérez Peñate. La singladura prosiguió hasta el Puerto de Piñas, donde apenas se detuvieron para continuar a Puerto Deseado arribando finalmente, cuando ya concluía el año 1524, al que llamaron Puerto del Hambre, como recuerdo de los grandes sufrimientos que tuvieron en una región de manglares absolutamente inhóspita y agresiva.