Una cultura silenciosa en resistencia frente a las motosierra
En lo más profundo de la isla de Borneo, entre la neblina de la selva tropical y los rugidos distantes de las motosierras, sobrevive uno de los últimos pueblos nómadas del Sudeste Asiático: los Penan.
Antes del impacto de la tala
- Durante siglos, los Penan vivieron en armonía con el bosque de Sarawak, en Malasia, sin necesidad de caminos, ni mapas.
- Se desplazaban según las estaciones, recolectaban frutos silvestres, cazaban con cerbatanas y compartían todo. Su sociedad se basa en el molong, el principio de no acaparar.
- La selva era su hogar, su farmacia y su templo. No tenían escritura ni propiedad privada, pero sí un profundo respeto por el equilibrio natural.
Cuando llegaron las motosierras
- Desde los años 80, la tala industrial arrasó miles de hectáreas de bosque primario, obligando a muchos Penan a abandonar su estilo de vida.
- Intentaron detener los bulldozers con barricadas humanas, enfrentándose a amenazas, detenciones y criminalización.
- Hoy, la mayoría se ha asentado en pequeñas aldeas, pero muchos ancianos siguen enseñando a los jóvenes a rastrear, curar con plantas y leer los sonidos del bosque.
Lo que queda y lo que se resiste
- Algunas comunidades Penan aún viven cerca del río Baram, en zonas críticas de biodiversidad.
- ONG locales luchan junto a ellos por el reconocimiento legal de sus tierras y por alternativas sostenibles.
- Su lengua, su música con flautas nasales y sus conocimientos medicinales forman parte de un patrimonio frágil, pero vivo.
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