Cuando una fragancia podía ser tan poderosa como las palabras
Perfumes en la Edad Media
En la Edad Media, los perfumes no eran un simple adorno. Tenían un valor simbólico, religioso y también romántico.
Las cartas de amor y pañuelos perfumados eran una forma sutil de transmitir sentimientos en el marco del amor cortés: aquel código romántico donde los caballeros idealizaban a sus damas. Una rosa perfumada, una ramita de romero o unas gotas de aceite aromático podían decir más que toda una poesía.
Pero además, los perfumes eran considerados protectores. Se creía que los malos olores propagaban enfermedades, por eso se usaban esencias para purificar el aire y hasta para alejar la peste.
Aromas y significados en aquella época
Incienso → Pureza, elevación espiritual, oración.
Mirra → Amor eterno, sacrificio.
Rosa → Símbolo doble: devoción religiosa y pasión amorosa.
Romero → Recuerdo fiel, memoria del ser querido.
Lavanda → Protección contra enfermedades, frescura y calma.
Clavo y canela → Deseo y vitalidad (también usados en pócimas afrodisíacas).
El poder de un gesto
En una época donde las palabras escritas podían ser vigiladas o censuradas, una carta impregnada con un aroma especial se convertía en un mensaje secreto y personal. El destinatario lo entendía de inmediato — no era un código universal, sino una complicidad compartida entre dos personas.
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