El curioso método de limpieza en la Antigua Roma que hoy nos parecería impensable
En la Antigua Roma, hace más de 2.000 años, mantener la ropa limpia era un verdadero desafío. No existían jabones tal como los conocemos hoy, así que los romanos recurrieron a un método sorprendente: una mezcla de cenizas y orina humana.
Las lavanderías públicas, llamadas fullonicae, recogían orina en grandes recipientes que se colocaban en las calles para que la gente pudiera contribuir. Esta orina, rica en amoníaco, se utilizaba junto con agua y cenizas para desinfectar, blanquear y suavizar las prendas. Los esclavos o trabajadores pisaban literalmente la ropa dentro de cubas para que el líquido penetrara mejor en los tejidos.
Tan importante era este recurso que incluso se estableció un impuesto especial, conocido como el vectigal urinae, que gravaba la recogida de orina. De hecho, el emperador Vespasiano fue quien lo instituyó, y de ahí viene la famosa frase “pecunia non olet” (“el dinero no huele”), refiriéndose a que incluso un impuesto tan peculiar generaba beneficios al Estado.
Aunque hoy nos resulte impensable, este método fue considerado eficaz y se mantuvo durante siglos, demostrando la creatividad y practicidad de los romanos a la hora de resolver problemas cotidianos.
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