Un pueblo del sudeste asiático que sobrevivió gracias a su conexión única con el océano
Imagina un pueblo que no tiene tierra fija, que no construye casas, ni almacena comida. En lugar de eso, vive sobre barcos de madera, navegando de isla en isla. Así son los Moken, un pequeño pueblo que habita entre las aguas de Tailandia y Birmania.
Se les conoce como los nómadas del mar. Desde niños aprenden a bucear a pulmón, a pescar con simples arpones y a leer el mar como si fuese un libro abierto. Sus ojos incluso se adaptan bajo el agua para ver con mayor claridad que los de la mayoría de nosotros.
Para los Moken, el mar es su hogar y su protector. No acumulan riquezas ni bienes: toman solo lo que necesitan y confían en que el océano les dará lo demás. Su vida es sencilla, pero llena de un conocimiento profundo del entorno que pocos poseen.
En 2004, cuando el tsunami devastó gran parte del sudeste asiático, los Moken lograron salvarse casi por completo. ¿Cómo lo hicieron? Habían aprendido de sus ancestros a leer las señales del mar: el retroceso repentino del agua, el comportamiento extraño de los animales, el murmullo de las olas. Supieron que había que huir a terreno alto, y eso les salvó.
Hoy en día, sin embargo, su forma de vida está en peligro. Las fronteras modernas, la presión del turismo y la explotación de sus territorios marinos amenazan su cultura. Muchos Moken se han visto obligados a sedentarizarse, perdiendo poco a poco su vínculo con el mar.
Aun así, algunos resisten. Siguen navegando, siguen buceando, siguen enseñando a los niños que el océano no solo se mira… se escucha, se siente, se lee.
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