✍COINPE/La violencia armada ha dejado más de 10.000 muertos en dos años y evidencia la urgente necesidad de una profunda reforma policial.
Nigeria atraviesa una grave crisis de seguridad marcada por el auge de la violencia armada en las regiones del noroeste y centro-norte del país. Lo que en un principio eran ataques aislados se ha transformado en campañas organizadas de terror que afectan a comunidades enteras, dejando miles de muertos y desplazados.
Entre 2023 y 2025, más de 10.000 personas han perdido la vida a manos de grupos armados, la mayoría de ellas mujeres y niños. En muchas zonas rurales, los habitantes deben pagar “impuestos” a los bandidos para poder cosechar o desplazarse. Esta situación, según el investigador Onyedikachi Madueke, de la Universidad de Aberdeen, profundiza la pobreza, erosiona la confianza en el Estado y fomenta la emigración.
Aunque los estudios suelen atribuir el bandolerismo a la pobreza, la exclusión social o la falta de gobernanza, la investigación de Madueke pone el foco en un factor esencial: la debilidad estructural de la policía nigeriana.
Carencias estructurales y centralización excesiva
Nigeria cuenta con 370.000 policías para 220 millones de habitantes, lo que representa un déficit alarmante. En algunos municipios del norte, apenas 32 agentes deben proteger a cientos de miles de personas. Además, hasta el 80 % de los efectivos están asignados a proteger políticos y empresarios, dejando muy pocos para labores de seguridad pública.
A ello se suma una financiación insuficiente —el presupuesto policial de 2024 fue de 808 millones de dólares, muy inferior al de países como Sudáfrica o Egipto—. Las comisarías carecen de equipamiento básico, los vehículos no tienen combustible y los agentes dependen de sus móviles personales para trabajar.
Las condiciones laborales también son extremadamente precarias: un agente júnior cobra unos 44 dólares al mes, debe pagarse los uniformes y el material médico, y vive en cuarteles insalubres, sin agua ni electricidad. Las familias de los policías fallecidos pueden tardar años en recibir compensaciones.
Otro problema clave es la estructura centralizada del cuerpo. Desde Abuya, el Gobierno federal controla la Policía Nacional, dejando a los gobiernos regionales sin autoridad sobre los agentes en sus territorios. Esta rigidez dificulta la respuesta rápida, rompe la relación con las comunidades locales y favorece la impunidad de los criminales.
Reformar la policía, una necesidad urgente
Expertos y organizaciones coinciden en que reformar la policía es indispensable para frenar la violencia y restaurar la confianza en el Estado. Entre las medidas urgentes destacan:
-
Aumentar el número de agentes, especialmente en zonas rurales.
-
Mejorar los salarios y las condiciones de vida de los efectivos.
-
Descentralizar el cuerpo para permitir la creación de fuerzas regionales y comunitarias.
-
Garantizar la transparencia en la gestión de fondos de seguridad, especialmente del Fondo de Confianza Policial.
La reforma policial en Nigeria no es solo una cuestión administrativa, sino un pilar esencial para la estabilidad nacional. Fortalecer la institución es clave para restaurar la confianza ciudadana, combatir la violencia armada y construir un futuro más seguro y justo para el país más poblado de África.








