Una sociedad matriarcal en las montañas de China donde el amor se vive sin ataduras y la familia gira en torno a ellas
Imagina un lugar donde el amor no se promete para siempre, donde nadie firma papeles, y donde las familias crecen sin que el matrimonio exista. Ese lugar está escondido entre las montañas del suroeste de China, entre las provincias de Yunnan y Sichuan. junto al lago Lugu; un pueblo único: los Mosuo.
En esta comunidad, son las mujeres quienes toman las decisiones. Ellas heredan las casas, los bienes, y mantienen unidas a las familias. Los hombres no se mudan con sus parejas, sino que permanecen en la casa de sus madres, ayudando a criar a los sobrinos y a sostener el hogar común.
Los Mosuo no se casan. Practican lo que llaman el “caminar nocturno”: las mujeres eligen libremente a sus compañeros, y las relaciones se viven sin compromisos ni contratos. Si un amor termina, no hay divorcios ni peleas por propiedades; cada uno sigue su camino sin rencor.
A los hijos los cría la familia materna, y el apellido y el linaje siempre pasan por la madre. En sus hogares, la figura central es la abuela, símbolo de sabiduría y equilibrio. Ella guarda las tradiciones, organiza el trabajo y mantiene la armonía entre generaciones.
Pero este modo de vida, que ha resistido siglos, se enfrenta ahora a nuevos desafíos. El turismo, la televisión y las redes sociales están cambiando su entorno y sus costumbres. Muchos jóvenes se marchan buscando oportunidades, y con ellos, parte de la magia de su cultura se va diluyendo.
Aun así, cuando cae la tarde y las luces del lago Lugu se reflejan en el agua, las mujeres Mosuo siguen caminando despacio por los senderos del valle. Siguen eligiendo, siguen decidiendo, siguen recordándonos que otra forma de amar —y de vivir— también es posible.
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