Un gesto antiguo que esconde cariño, memoria y bienestar
Si convives con un gato, seguro que alguna vez lo has visto “amasar” sobre tus piernas, tu barriga o incluso sobre una manta. Ese movimiento rítmico de las patas, como si estuviera preparando pan, no es casualidad: es uno de los comportamientos felinos más antiguos y más tiernos.
Los gatos comienzan a amasar cuando son cachorros para estimular la leche materna, y ese gesto se convierte en un recuerdo emocional que llevan consigo toda la vida. Cuando lo hacen de adultos, significa que se sienten seguros, relajados y vinculados contigo.
Amasar también libera feromonas en sus almohadillas, marcándote como parte de su territorio afectivo. Además, el movimiento les ayuda a relajarse, estirar los músculos y autorregularse cuando están nerviosos o buscan calor.
En resumen: cuando tu gato te amasa, no está “haciendo pan”…
Está diciendo que eres su lugar seguro.
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