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¿Sabías Por Qué la miel nunca caduca?



La miel es uno de los pocos alimentos del mundo que puede mantenerse en perfectas condiciones durante siglos. De hecho, en excavaciones arqueológicas se han encontrado vasijas con miel de más de 3.000 años en el interior de tumbas egipcias, y sorprendentemente, aún era comestible. Pero ¿qué hace que este alimento tenga una vida útil prácticamente infinita?

La clave está en su composición química. La miel contiene muy poca agua y una gran cantidad de azúcares naturales, dos elementos que dificultan que bacterias y microorganismos puedan crecer en ella. Este entorno tan seco y concentrado provoca que cualquier microbio que entre en contacto con la miel se deshidrate y muera rápidamente.

Otro factor determinante es su acidez natural. Con un pH que suele oscilar entre 3 y 4,5, la miel crea un ambiente hostil para la mayoría de los microorganismos patógenos. A esto se suma la presencia de peróxido de hidrógeno, una sustancia que las abejas generan de forma natural y que actúa como conservante y antibacteriano.

El proceso de elaboración también contribuye a su durabilidad. Las abejas deshidratan el néctar dentro de la colmena y lo sellan con cera para evitar la entrada de humedad, lo que impide la fermentación.

Aunque puede cristalizarse o cambiar de color con el tiempo, estos cambios no significan que esté en mal estado; son transformaciones naturales que no afectan a su seguridad ni a su valor nutricional. Basta calentarla suavemente para devolverle su textura original.

Por todo ello, la miel se considera un alimento eterno: un tesoro natural que combina ciencia, biología y tradición en cada cucharada.

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