Cuando el cuerpo cambia y deja de tolerar lo que siempre pareció inofensivo
En los últimos años, cada vez más adultos descubren que alimentos que antes toleraban sin problema empiezan a causarles malestar: hinchazón, digestiones pesadas, picor, cansancio, dolores de cabeza o incluso reacciones más intensas.
Pero… ¿por qué ocurre esto si “siempre me sentó bien”?
La respuesta está en una combinación de factores digestivos, inmunológicos y ambientales.
Con la edad, el sistema digestivo cambia: producimos menos enzimas y el intestino se vuelve más sensible a ciertos componentes como la lactosa, el gluten o ciertos azúcares fermentables. Además, la microbiota —las bacterias que viven en nuestro intestino— puede alterarse por estrés, medicamentos, falta de sueño o una dieta pobre en fibra.
Por otro lado, el sistema inmunológico se vuelve más reactivo ante sustancias que antes toleraba sin problema. La exposición continua a aditivos, ultraprocesados o pesticidas también puede aumentar la sensibilidad.
Todo esto explica por qué una persona adulta puede desarrollar intolerancias que nunca tuvo, especialmente en épocas de estrés, cambios hormonales o enfermedades digestivas previas.
Las intolerancias no son un capricho: son una señal del cuerpo que pide equilibrio y atención.
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