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“Wicked For Good”: una secuela exitosa pero divisiva

                               

✍️ Carlos J. Morejón Toymil: Estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual/    

La segunda parte del aclamado musical ha recaudado más de 226 millones de dólares en su primer fin de semana


La historia de la “Bruja Malvada del Oeste” ha llegado a su final, uno que no ha dejado indiferentes ni a los fans ni a la crítica. Con un debut arrollador, las redes se han llenado de discusiones y comparaciones entre ambas entregas, con debates que van desde la calidad de las canciones hasta el cambio de tono entre una película y otra. Sin embargo, pese a las divisiones, los números hablan por sí solos: ambas producciones se han convertido en un fenómeno.

Las diferencias entre las dos películas son palpables desde el comienzo. En la primera entrega, más allá de la escena que celebra la derrota de la bruja, cuando la narración retrocede al pasado, todo se vuelve colorido, alegre y fantasioso. Incluso la secuencia que presenta a Elphaba y el rechazo que siente su padre hacia ella, aunque transmite tristeza, levanta el ánimo tanto de la protagonista como del público con la aparición de la niñera, una osa parlante, marcando el tipo de mundo que es Oz y presentando una de las problemáticas que protagonizan ambas películas: la discriminación hacia los animales parlantes.

En la segunda entrega, la fotografía está dominada por la penumbra: los colores han perdido su brillo porque la bruja ha descubierto las mentiras del “Mago” de Oz, pero al intentar revelarlas al mundo es ignorada. Sus acciones, aunque movidas por un buen corazón, terminan volviéndose en su contra. Esto dio lugar a uno de los mayores retos de la secuela: ajustarse a los eventos del cuento original sumados a la recontextualización que estableció la primera película.

La cinta que narra los orígenes de la bruja, al estar ambientada en el pasado, contaba con libertad para desarrollar la historia que quisiera. En cambio, una parte importante de la segunda se desarrolla durante el paso de Dorothy por Oz. Esto supuso un auténtico desafío, ya que la Elphaba presentada en la entrega anterior no era la villana del cuento, sino un personaje mucho más complejo. Hacer que las piezas encajaran no era sencillo, pero no solo se logró: también se modificaron detalles para ir más allá. En concreto, los orígenes de los acompañantes de la niña con los zapatos especiales. En el cuento original ya existían y no estaban relacionados con la bruja, pero en Wicked For Good se presentan como consecuencias de los errores de Elphaba.

Estas diferencias de tono entre ambas películas han sido tan evidentes que se han convertido en el centro de incontables discusiones. Muchos prefieren la inocencia de la primera entrega, con un ambiente escolar que en ocasiones recuerda a las series musicales de Disney Channel, mientras que otros han apreciado la nueva visión: más intensa, aunque aún fiel al humor y la fantasía del mundo de Oz.

Donde sí hay un consenso mayor es en la comparación de las canciones. En Wicked For Good, más allá del tema que da nombre a la película y de la canción que acompaña el nacimiento del Espantapájaros, la banda sonora no ha logrado destacar ni situarse a la altura de la primera parte, lo que para muchos ha hecho que, como musical, la secuela quede por debajo de su predecesora.