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Capítulo 8: Sombras del pasado

 


Harry Potter y el camino del corazón: La Alianza que transformó el destino 








Capítulo 8: Sombras del pasado

La luna llena iluminaba tenuemente el bosque, proyectando sombras alargadas sobre el suelo cubierto de hojas caídas. Harry, Hermione, Ron y Antares se encontraban de pie, observando el círculo de piedras que había comenzado a desvanecerse lentamente. Sin embargo, el aire seguía cargado de una extraña tensión, como si algo, o alguien, estuviera observándolos desde las sombras.

—No es el fin —dijo Antares en voz baja, más para sí mismo que para los demás. Su tono grave hacía eco en la quietud de la noche.

Hermione miró el círculo, donde las piedras, ahora apagadas, parecían inofensivas. —¿Qué quieres decir con eso?

Antares se giró hacia ella, sus ojos plateados reflejando la luz lunar. —Este portal no fue abierto por accidente. Alguien lo ha utilizado. Y si hay algo que aprendí de mis antiguos maestros, es que las energías de los portales siempre dejan una marca... una huella. Un eco del pasado.

Ron frunció el ceño, visiblemente preocupado. —¿Un eco? ¿Cómo que un eco?

Antares se agachó junto a las piedras y las tocó con la punta de los dedos, como si estuviera leyendo algo que solo él podía ver. —Este portal estuvo sellado hace siglos. Pero alguien ha estado manipulando su energía, intentando abrirlo de nuevo. La presencia que sentí... no es reciente. Tiene siglos de antigüedad.

Harry dio un paso adelante. —¿Qué estás insinuando? ¿Que hay algo en este bosque que pertenece a ese pasado?

—No solo eso —respondió Antares, levantándose lentamente—. Hay algo mucho más oscuro que yace en las profundidades de este lugar. Algo que ni los magos más poderosos de su tiempo pudieron erradicar.

Un escalofrío recorrió la espalda de Hermione, que no pudo evitar mirar alrededor, como si las sombras pudieran estar acechando. —¿Qué es lo que estamos buscando, Antares? ¿Y cómo sabemos que no estamos jugando a lo que nos hicieron antes?

Antares la miró fijamente, sus ojos brillando con intensidad. —Lo que buscamos no está en el bosque. Está en su interior. En las ruinas bajo tierra. Y lo que encontramos ahí... cambiará todo lo que sabemos sobre la magia y el mal.

Ron dio un paso atrás. —¿Ruinas bajo tierra? ¡Eso suena como una pesadilla, Antares!

Hermione apretó los dientes, concentrada. —Necesitamos respuestas, pero no vamos a ir al encuentro de eso sin un plan. ¿Cómo vamos a detener algo que ni siquiera entendemos completamente?

Antares miró a los tres, su expresión llena de pesar. —No hay un plan perfecto para enfrentar a lo que estamos por desenterrar. Pero lo que sea que esté intentando abrir el portal... no se detendrá hasta que haya consumido todo. Incluyendo a todos ustedes, si no actúan a tiempo.

Un pesado silencio cayó sobre el grupo, mientras la gravedad de las palabras de Antares se asentaba en el aire. Luego, Harry habló en voz baja, decidido.

—Entonces, vamos a detenerlo. Pero tenemos que saber exactamente qué está detrás de todo esto. No podemos simplemente lanzarnos a la oscuridad sin saber en qué nos estamos metiendo.

Antares asintió, aunque su rostro seguía sombrío. —Entiendo. Hay algo que debo mostrarles. Pero no les gustará.

Hermione, curiosa pero cautelosa, levantó una ceja. —¿Qué es eso?

Antares se giró hacia el bosque, apuntando hacia el horizonte. —Hay un lugar en este bosque que pocos conocen. Fue un refugio de magia oscura, un sitio donde los más oscuros secretos de la magia fueron sellados. Pero lo que no saben es que algo... alguien... se ha estado alimentando de esas energías. Y está más cerca de lo que creen.

Ron se estremeció. —Eso suena... aterrador.

Harry, aunque intranquilo, no vaciló. —Llevamos un buen rato enfrentándonos a lo desconocido. Si lo que dices es cierto, tenemos que ir allí ahora.

Antares los observó en silencio por un momento, como si estuviera sopesando si debían realmente adentrarse en lo que él sabía. Finalmente, habló.

—Muy bien. Vengan. No hay tiempo que perder.

Mientras comenzaban a adentrarse más en el bosque, Hermione se acercó a Harry en voz baja. —¿De verdad crees que Antares sabe lo que está haciendo? Me da la sensación de que hay algo que no nos está contando.

Harry la miró de reojo, algo desconcertado, pero también preocupado. —No estoy seguro, Hermione. Pero algo me dice que este viaje no será como los demás.

Poco a poco, el grupo siguió a Antares hacia un rincón apartado del bosque, donde los árboles se volvían más densos y las sombras más profundas. A medida que avanzaban, la sensación de ser observados se intensificaba, como si algo los estuviera acechando desde las sombras. Las palabras de Antares resonaban en sus mentes, y la intranquilidad se volvía palpable.

Al fin, llegaron a una colina elevada. Allí, al borde de un precipicio, se encontraba una entrada oculta entre las rocas. Era un pequeño arco de piedra cubierto por musgo, con extraños símbolos grabados en sus bordes. Antares se acercó y tocó las piedras con una mano temblorosa.

—Este es el lugar. —Su voz era baja, como si el mismo aire se negara a dejar escapar sus palabras—. Dentro de estas ruinas yace la verdad que buscamos. Pero no esperen encontrar respuestas fáciles.

Hermione miró a sus amigos, el miedo claramente visible en sus ojos. —¿Qué demonios estamos haciendo aquí?

Ron respiró hondo, más nervioso que nunca. —Lo que sea que esté esperando dentro de esas ruinas, me apuesto lo que sea a que no es nada bueno.

Sin dar vuelta atrás, Antares se adelantó y comenzó a atravesar la entrada. Los tres amigos lo siguieron, aunque el miedo comenzaba a morder sus corazones. Sabían que, más allá de la entrada, no solo enfrentarían sus peores miedos, sino que tal vez descubrirían algo que cambiaría todo lo que sabían sobre el pasado y la magia misma.

Dentro de la oscuridad, una presencia desconocida se agitaba. Algo estaba esperando.


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