Harry Potter y el camino del corazón: La Alianza que transformó el destino
Capítulo 7: Ecos en la penumbra
—Hacia un lugar que no pertenece a este mundo —murmuró finalmente—. Hay energías en juego aquí que desafían la naturaleza misma de la magia.
Harry, Hermione y Ron se miraron con inquietud. La tierra dentro del círculo parecía temblar levemente, como si algo latiera bajo su superficie. Hermione sacó su varita y susurró un hechizo de detección, pero en lugar de brillar con la luz habitual, la punta de su varita emitió un destello morado antes de apagarse abruptamente.
—Esto no es normal —susurró—. Es como si la magia estuviera... corrompida.
—Eso explicaría la sensación extraña —dijo Ron, dando un paso atrás—. ¿Qué hacemos ahora? No podemos simplemente quedarnos aquí mirando.
Antes de que Harry pudiera responder, un sonido bajo y gutural emergió de la espesura. No era un rugido ni un aullido, sino algo intermedio, un lamento de otro mundo que erizó la piel de los tres magos. Antares giró la cabeza bruscamente, con sus ojos plateados brillando más intensamente.
—Nos han descubierto —dijo en voz baja, con un tono de urgencia.
De entre los árboles, las sombras comenzaron a moverse. No eran figuras definidas, sino parpadeantes formas oscuras que se deslizaron hacia ellos, su presencia distorsionando el aire a su alrededor. Harry sintió cómo una frialdad antinatural se apoderaba de sus huesos, como si los Dementores estuvieran cerca, pero estas entidades eran diferentes. Más erráticas, más caóticas.
Hermione alzó su varita. —¡Lumos Maxima!
Una luz cegadora brotó de su varita, iluminando el bosque con un resplandor etéreo. Por un breve instante, las sombras se disiparon, revelando figuras apenas humanas, con rostros cubiertos por una neblina oscura. Sin embargo, no huyeron. Se retorcieron y deformaron antes de avanzar de nuevo, esta vez con más velocidad.
—¡Protego! —exclamó Harry, erigiendo un escudo frente a ellos.
La barrera vibró cuando las sombras la impactaron, pero resistió. Ron, con la voz temblorosa, apuntó su varita hacia una de ellas.
—¡Expulso!
El hechizo atravesó la sombra, pero en lugar de disiparla, pareció absorber la energía y crecer más grande. Ron palideció.
—Eso no es bueno.
—¡Retrocedan! —ordenó Antares, colocándose frente a ellos—. Estas criaturas no son de este mundo. Su esencia está ligada a la magia del portal. Si no detenemos su avance, consumirán todo a su paso.
Hermione frunció el ceño, sus pensamientos corriendo a toda velocidad. —Si están conectadas con el portal, tal vez podamos revertir la energía y sellarlo de nuevo. Pero necesitamos tiempo.
Harry asintió y, sin dudarlo, se colocó junto a Antares. —Ron y yo los mantendremos a raya. Tú haz lo que tengas que hacer.
Las sombras se arremolinaron alrededor del círculo, su presencia intensificándose. Hermione respiró hondo, cerró los ojos por un instante y luego comenzó a recitar un conjuro antiguo, uno que había encontrado en un manuscrito de la biblioteca de Hogwarts. Su voz se entrelazó con la energía del bosque, y poco a poco, las piedras negras comenzaron a brillar con un resplandor dorado.
Las sombras reaccionaron violentamente, lanzándose contra la barrera mágica que Harry y Ron sostenían con todas sus fuerzas. El peso de la magia oscura se hizo insoportable, pero entonces, con un estallido de luz, las piedras vibraron y un rayo de energía dorada se disparó hacia el cielo.
El portal comenzó a cerrarse, atrayendo a las sombras hacia su núcleo como un remolino que succionaba la oscuridad misma. Con un grito final, las entidades desaparecieron, y el bosque recuperó su silenciosa quietud.
Antares observó el círculo con una expresión grave. —Esto no ha terminado. Alguien o algo está intentando abrir un pasaje a un lugar que debería permanecer sellado.
Harry respiró hondo y guardó su varita. —Entonces tenemos que descubrir quién lo está haciendo… y detenerlo antes de que sea demasiado tarde.
0 Comentarios