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Una historia, un Dibujo: Papeles de Cala Estancia



Francesc Jusep Bonnín: cantautor, escritor, poeta, músico, pintor/

El verano estaba dando sus últimas notas sobre la cala, por la tarde al entrar el embate de la mar, siempre estaba en mi hamaca, en casa, con la guitarra en la mano, reciclando la música de algún poema anteriormente escrito, o escribiendo un nuevo poema a la mar.

La brisa llevaba ese olor a algas, a sal, a tarde desesperadamente tranquila, inquietantemente pacífica, absolutamente nueva cada día, inesperadamente suave...

Las ramas de los pinos que circundaban la casa de mis padres estaban meciéndose al compás del "Xaloc", ese vientecillo agradable y entrañable, que solo en una tarde de verano puedes disfrutar plenamente.

El aroma de los pinos me evocaba al gran poeta Miguel Costa y Llobera cantando las excelencias de una tierra plagada de ensoñadores parajes, de playas vírgenes, de buena gente.

Eran las mismas tardes de verano, tediosas y entrañables, las mismas en que Chopin y George Sand paseaban por los magníficos jardines de la Cartuja de mi querida villa de Valldemossa.

Las horas sonaban a calor de canícula, y solo faltaba aquel actor en la serie "El Séneca" de "Don José María Pemán" que emitía la TV1 en blanco y negro, sentado en un patio sevillano, como si lo viera, con el pañuelo en la mano saboreando un fino, o un "Tío Pepe" adornándose con palabras que algún poeta como Machado, Lorca, Valle Inclán, o Samaniego habían dejado caer en sus manos.

El verano daba sus últimas notas sobre una mar cuajada de diamantes, eternamente joven y vieja a la vez, y yo, en mi hamaca seguía disfrutando de las cosas pequeñas que la vida nos da, un suave olor a mar, un verso por escribir, siempre hay un verso por escribir, una mirada, una canción que cantar, un abrazo que regalar y un verano con estas sensaciones que llenan el alma al más pintado.

Dios bendiga a esas tardes de verano, en las que con mi barca navego siempre que puedo a puesta de sol, con una cerveza o una copa de vino, un "pa amb oli", típico mallorquín, y mi guitarra y un papel reciclado, un lápiz y una sonrisa, y sin goma de borrar porque nada hay que borrar de estas maravillosas sensaciones.

Y en llegando a puerto, con todas esas cosas en mi bagaje, sencillo bagaje, ser el hombre más feliz del mundo.


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