Relatos Sobrenaturales/
En un recóndito paraje de la provincia de Soria, rodeado de pinares y silencio, se alzan las ruinas del Monasterio de San Pedro el Viejo, un antiguo cenobio cisterciense del siglo XII. Aunque apenas quedan muros en pie, los pocos que se atreven a acercarse afirman que ese lugar nunca está del todo vacío.
Durante años, vecinos de pueblos cercanos como Caracena o Ines han contado lo mismo: luces encendidas en la nada, pasos sobre piedras rotas, sombras que se mueven sin cuerpo y el eco de campanas que ya no existen.
Una de las historias más impactantes la vivió un arqueólogo, Carlos M., que en 2007 acudió con su equipo para documentar los restos del monasterio. Pasaron la noche acampados cerca de las ruinas, y Carlos, curioso, decidió adentrarse solo con una linterna. En el claustro, escuchó lo que describió como una voz grave y apagada recitando salmos. Pensando que era una broma de algún compañero, volvió al campamento... pero todos dormían, y nadie había salido.
A la mañana siguiente, notaron que en el altar central, cubierto de maleza, había una cruz de madera apoyada, envuelta en un paño viejo. Ninguno del equipo la había colocado allí. Al intentar tocarla, uno de los técnicos sufrió un desmayo inexplicable que requirió atención médica.
Los lugareños creen que el monasterio fue profanado en tiempos de la desamortización y que los monjes que allí vivieron y murieron aún custodian el lugar. Algunos pastores aseguran haber oído, en noches de luna nueva, cánticos gregorianos flotando en el viento, incluso en pleno invierno cuando la nieve cubre todo y no hay alma en kilómetros.
Hasta hoy, nadie ha pasado dos noches seguidas entre las ruinas sin abandonar el lugar antes del amanecer.
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