El corazón humano tiene su propio campo electromagnético y puede influir en las personas que nos rodean
Más allá de ser una bomba que mantiene la sangre circulando, el corazón es un órgano altamente inteligente y energético.
Cada vez que late, genera impulsos eléctricos que activan un campo magnético poderoso, tan intenso que puede medirse a más de dos metros de distancia del cuerpo.
Este campo, que rodea todo nuestro organismo, es tan fuerte que supera en intensidad al campo electromagnético del cerebro en más de 5.000 veces.
Y no solo eso: ese campo cambia según nuestras emociones. Cuando estamos tranquilos, alegres o agradecidos, el campo se vuelve más coherente y armonioso; cuando estamos estresados o enfadados, se vuelve irregular.
Investigaciones en neurocardiología (como las del HeartMath Institute) han demostrado que el corazón tiene su propio sistema nervioso, memoria, e incluso capacidad de aprendizaje independiente del cerebro.
Por eso, se habla del "cerebro del corazón".
Y aquí viene lo más fascinante: ese campo puede afectar también a los demás. Las personas a tu alrededor pueden percibir, sin saberlo, tus emociones a través de ese campo invisible, como si nuestras frecuencias emocionales “se comunicaran” sin palabras.
En resumen:
No solo sentimos con el corazón.
También irradiamos lo que sentimos.
Y eso… lo perciben los demás.







