Muchos pasajeros viven con el miedo de que su maleta no llegue, que se la abran o que algo “desaparezca”. Esta inquietud se repite en aeropuertos de todo el mundo. Sin embargo, en Japón existe un caso extraordinario: un aeropuerto ha logrado 30 años sin perder una sola maleta.
Un récord que desafía a la industria
El Aeropuerto Internacional de Kansai, ubicado en Osaka, ha mantenido durante tres décadas un desempeño impecable en el manejo de equipaje. Desde su inauguración en 1994, cada maleta ha sido entregada exactamente en las mismas condiciones en que llegó: sin robos, sin daños, sin aperturas accidentales y sin excusas.
Este nivel de precisión es el resultado de una cultura operativa basada en la disciplina, el orden, la verificación constante y una profunda orientación al pasajero. Cada fase del proceso de equipaje clasificación, transporte, carga y descarga está diseñada con controles múltiples que evitan errores antes de que ocurran.
Los factores detrás del éxito
Entre las prácticas que han permitido sostener este récord se destacan la aplicación de sistemas de verificación redundantes que garantizan que cada maleta coincida con su registro en todas las etapas; la supervisión continua en áreas de clasificación y manejo, lo que reduce cualquier posibilidad de extravío o manipulación indebida; la implementación de protocolos estrictos de colocación y transporte que minimizan daños físicos y aseguran una manipulación uniforme; y la entrega especializada de objetos frágiles o de valor, sin recurrir a procesos mecánicos que podrían comprometerlos.
Este nivel de rigor ha convertido al aeropuerto en un referente mundial y en un modelo de lo que puede lograrse cuando la eficiencia y el respeto al viajero son prioridades reales.
Un estándar que invita a reflexionar
Mientras en muchas partes del mundo millones de maletas se extravían cada año, el ejemplo de Kansai demuestra que es posible operar con una tasa de pérdida nula durante décadas. Su récord evidencia que cuando existe compromiso institucional y una cultura de responsabilidad, la experiencia del pasajero puede transformarse por completo.
Ojalá algún día viajar sin miedo sea la regla… y no la excepción.








