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¿Sabías Por Qué muchas ciudades antiguas desaparecieron bajo el mar?

A lo largo de la historia, numerosas ciudades que en su momento fueron vibrantes centros comerciales, culturales y políticos terminaron sumergidas bajo las aguas. Este fenómeno, que puede parecer casi mítico, tiene raíces muy reales y responde a una combinación compleja de factores naturales, geológicos y humanos. Las civilizaciones antiguas solían establecerse cerca del mar porque el acceso al agua garantizaba comercio, alimento, transporte y prosperidad. Sin embargo, esa ventaja estratégica también significaba convivir con un entorno altamente inestable.

Una de las causas más comunes de la desaparición de ciudades costeras fue la actividad sísmica. Terremotos y tsunamis podían alterar el relieve costero en cuestión de minutos, provocando hundimientos repentinos o inundaciones permanentes. Un ejemplo emblemático es Helike, en Grecia, que en el año 373 a. C. quedó sumergida tras un fuerte terremoto seguido por un tsunami que la borró del mapa en una sola noche. Su desaparición fue tan impactante que inspiró relatos que siglos más tarde se vincularon a la leyenda de la Atlántida.

También hubo ciudades arrasadas por procesos más lentos, como la erosión, el ascenso del nivel del mar o la licuefacción del suelo. Este último proceso, producido cuando terrenos saturados de agua pierden firmeza durante un sismo, fue clave en la caída de Heracleion y Canopo, dos prósperas ciudades egipcias que se hundieron gradualmente entre los siglos VIII y IX d. C. Durante mucho tiempo se creyó que eran mitos; sin embargo, la arqueología subacuática moderna ha recuperado templos, estatuas y puertos enteros que permanecieron ocultos bajo las aguas del Mediterráneo durante más de mil años.

En otros casos, el propio ser humano contribuyó al desastre. La construcción de infraestructuras pesadas sobre suelos poco estables, la deforestación de zonas cercanas o la mala gestión de los recursos hídricos debilitó la tierra hasta hacerla ceder. Así, lo que hoy aparece como una ruina submarina puede haber sido una metrópolis que se creía invencible.

Estas ciudades sumergidas no solo son testimonios silenciosos del pasado, sino también advertencias para el presente. Revelan cómo incluso las sociedades más avanzadas de su tiempo estaban expuestas a la fuerza de la naturaleza y cómo la relación entre el ser humano y su entorno puede determinar la supervivencia de una civilización. La arqueología submarina sigue sacando a la luz fragmentos de estas historias perdidas, recordándonos que los mares guardan memoria de aquello que la superficie ya no conserva.

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