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¿Eurovisión ha muerto? El festival más polémico, politizado y vacío de talento de los últimos años

 



Francisco José Castillo Navarro, Director General del Grupo Periódico  de Baleares, Presidente Fundador de AMC/

Austria se ha alzado con la victoria en Eurovisión 2025 gracias a JJ y su tema “Wasted Love”, una arriesgada mezcla de ópera y techno que ha dividido tanto al jurado como al público. Mientras algunos aplauden su originalidad, muchos otros se preguntan si esta propuesta representa verdaderamente la esencia musical europea o si es simplemente otra muestra más del giro estético y político que está tomando el festival.

El Festival de Eurovisión 2025, celebrado en Basilea (Suiza), ha sido un reflejo de lo que muchos consideran la lenta pero imparable decadencia del certamen. Aunque el evento sigue reuniendo a millones de espectadores en toda Europa, es innegable que cada vez más voces se alzan cuestionando no solo su relevancia artística, sino su legitimidad como competencia musical.

Un certamen eclipsado por la política

La politización del festival ha alcanzado niveles que difícilmente pueden disimularse. La asignación de votos entre países con afinidades geopolíticas ya no sorprende, pero lo ocurrido este año ha rebasado los límites de lo tolerable. RTVE, por ejemplo, utilizó su espacio de retransmisión para emitir un mensaje político: "Paz y Justicia para Palestina". Aunque legítimo desde una perspectiva humanitaria, este gesto evidencia cómo el festival se ha convertido en una plataforma ideológica, eclipsando el objetivo artístico original.

¿A qué punto ha llegado Eurovisión cuando las polémicas pesan más que las canciones? ¿Dónde queda la música cuando lo que se discute son banderas, conflictos y alianzas diplomáticas?

Una edición floja: falta de talento y propuestas decepcionantes

Más allá de la política, la edición de este año ha dejado mucho que desear en cuanto a nivel artístico. Las propuestas han sido, en su mayoría, insípidas o desfasadas. Desde puestas en escena desconcertantes hasta canciones cuya calidad vocal era, en el mejor de los casos, mediocre.

La excepción notable ha sido Zoë Më, la representante suiza, que con su canción “Voyage” logró tocar la fibra emocional del público. Sin efectos visuales excesivos ni una coreografía exagerada, su actuación fue una muestra de que menos es más. Transmitió emoción, belleza y autenticidad, demostrando que todavía hay espacio para la música con alma.

En cambio, España, representada por Melody con "Esa diva", vivió un duro golpe: tan solo 37 puntos en total, terminando en la penúltima posición. Su actuación, técnicamente sólida y visualmente trabajada, no convenció ni a los jurados ni al televoto. ¿Fue una cuestión de calidad o de estrategia política?

De evento familiar a espectáculo marginal

Hubo un tiempo en el que Eurovisión era una cita cultural europea imprescindible. Las familias se reunían, los amigos organizaban “mini-Eurovisiones” caseras. Era un momento de encuentro, diversión y celebración de la diversidad musical europea.

Hoy, esa tradición se ha desdibujado. Cada vez más personas ven el festival como una especie de parodia de sí mismo. El exceso de artificio, las decisiones incomprensibles del jurado y la falta de propuestas memorables han hecho mella. Incluso los eurofans más fieles muestran signos de cansancio.

¿Estamos asistiendo al declive de un símbolo cultural europeo? ¿No sería momento de repensar el formato antes de que desaparezca entre la indiferencia general?


Gráfico que muestra la evolución de la audiencia global del Festival de Eurovisión entre 2010 y 2024. Como se observa, a pesar de algunos repuntes aislados —como en 2021, cuando alcanzó un pico tras la pandemia—, la tendencia general es a la baja, lo que respalda la percepción de desgaste del formato.

📌 Citas y opiniones expertas

“Eurovisión ha dejado de ser un festival de música para convertirse en un tablero diplomático con disfraces.”
Clara Fernández-Villaverde, musicóloga y ensayista cultural, en El País Cultural (2024)

“Las votaciones ya no reflejan el mérito artístico, sino intereses geopolíticos y estrategias de imagen-país. El público lo percibe, y por eso se está desenganchando.”
Henrik Møller, ex miembro del jurado danés de Eurovisión y productor musical

“El talento queda relegado cuando el foco está en la teatralidad. Muchos artistas auténticos se lo piensan dos veces antes de participar.”
Sophie Andersson, crítica musical sueca para Aftonbladet

Estas voces expertas coinciden en algo clave: el festival necesita una revisión profunda. Porque mientras las luces del escenario siguen brillando, el interés genuino del público se va apagando lentamente.

¿Hacia una necesaria reinvención?

Eurovisión necesita una profunda reflexión sobre su identidad. Si el objetivo es seguir siendo relevante, debe reencontrarse con sus raíces: dar visibilidad al talento musical real, mostrar la riqueza cultural de Europa y garantizar una competición justa.

Porque si la política sigue pesando más que la voz, y si la parafernalia sigue ocultando la calidad, corremos el riesgo de ver cómo Eurovisión, como tantos otros certámenes que en su día marcaron época, se convierte en un recuerdo nostálgico más.


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