Esto ocurrió en octubre de 2013, en una carretera secundaria de Mallorca, entre Llucmajor y Campos, en el tramo conocido como el kilómetro 18. Los servicios de emergencias del 112 recibieron una llamada cerca de las 3:27 de la madrugada. Una voz masculina, jadeante y entrecortada, reportaba un accidente de tráfico: “Ha volcado un coche, está al borde del barranco... hay alguien atrapado...”. Luego, la llamada se cortó.
La localización fue trazada automáticamente por el sistema GPS: efectivamente, correspondía al punto exacto del kilómetro 18. La Guardia Civil y una ambulancia del SAMU061 se dirigieron al lugar.
Cuando llegaron, no encontraron ningún vehículo accidentado. No había restos, ni huellas de frenada, ni marcas de impacto. Nada. Solo un silencio inquietante, interrumpido por el viento que agitaba los pinos. Revisaron 200 metros a la redonda, con linternas, incluso con ayuda de una unidad canina horas después. No había nadie.
Lo inquietante vino al día siguiente. Revisando la grabación de la llamada, uno de los operadores del 112 aseguró reconocer la voz. Tras varias comparaciones, descubrieron que pertenecía a un joven llamado David S. R., fallecido en ese mismo punto cinco años antes, en 2008, en un accidente nocturno que también ocurrió alrededor de las 3:30 de la mañana.
Su coche, un Peugeot 206, había sido encontrado volcado junto al barranco, tras salirse de la vía en una curva cerrada. El caso se cerró como un accidente por exceso de velocidad. Pero lo que nadie había notado hasta entonces era que David había logrado marcar el 112 justo antes de morir. Solo que la llamada nunca se registró… hasta cinco años después.
Desde entonces, en los registros no oficiales del servicio, se dice que cada ciertos años, alguien escucha la misma llamada. La misma voz. Y que siempre ocurre en octubre. Siempre cerca de las 3:27.
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