Los Korowai: La vida suspendida en el aire
En lo profundo de la selva de Papúa Occidental, entre el follaje denso y las aguas turbias que serpentean en silencio, existe un pueblo que ha decidido habitar el mundo desde lo alto. Los Korowai, también conocidos como Kolufo, construyen sus casas a decenas de metros del suelo, encaramadas en los árboles más altos, como si la tierra ya no fuera suficiente.
Sus viviendas, hechas con madera, palma y lianas, se alzan como nidos humanos sobre troncos delgados pero resistentes. Algunas alcanzan los 30 o incluso 40 metros de altura. Desde allí observan, viven, cocinan, crían, y duermen. No lo hacen por capricho, sino por sabiduría ancestral: elevándose se protegen de los peligros del suelo —desde insectos y animales salvajes hasta espíritus considerados hostiles— y de los ataques de otros clanes. Es una forma de vivir que desafía la lógica del mundo moderno, pero que responde perfectamente a su entorno.
Hasta 1974, los Korowai eran completamente desconocidos para el mundo exterior. La selva había sido su barrera natural. Su universo no se regía por mapas ni cronologías externas. Desde entonces, el contacto con misioneros, antropólogos y medios occidentales ha sido gradual, desigual y muchas veces invasivo. Algunos clanes han bajado de los árboles; otros han sido filmados, entrevistados, o convertidos en atracción. Pero muchos aún resisten. Siguen viviendo como lo han hecho durante generaciones, suspendidos en el aire, entre las copas del bosque.
Su idioma, el korowai, no tiene escritura. Todo se transmite de boca en boca, en relatos que mezclan memoria, mito y sabiduría. Hablan de sus antepasados, de los espíritus que habitan el bosque, de los ciclos del sagú —el alimento principal— y de las reglas no escritas que sostienen su comunidad. Cada historia dicha es también una forma de cuidar lo que no se toca.
Durante años, se habló de ellos como una tribu caníbal. Las historias circularon por medios de todo el mundo con tono sensacionalista. Pero la antropología seria ha matizado mucho estas versiones. Hoy se cree que esas prácticas, si existieron, fueron rituales puntuales, no parte cotidiana de su vida. Lo que sí es cierto es que los Korowai viven en una relación intensamente simbólica con su entorno. Cada gesto, cada objeto, cada fuego encendido en sus casas elevadas tiene una razón y un significado.
Cuando se observa una imagen de una casa korowai, elevada entre nubes, palmas y niebla, se comprende que habitan una forma de libertad vertical. Viven lejos del ruido, del asfalto, de los satélites. Lo suyo no es aislamiento, es otra forma de estar en el mundo.
¿Qué elegirías si tuvieras que construir tu vida lejos de todo?
¿Qué llevarías contigo si supieras que tu casa va a flotar sobre un tronco?
Los Korowai no buscan volver al pasado. Solo han decidido quedarse en el presente que conocen. Un presente que no camina por la tierra, sino que se sostiene entre ramas.
la historia de los Korowai es completamente real. Son un pueblo indígena que habita la región sudoriental de Papúa Occidental (Indonesia), y su cultura ha sido documentada por antropólogos, lingüistas, fotógrafos y periodistas desde la década de 1970.
¿Te ha conmovido esta historia?
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