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Susan Monarez, recién nombrada al frente de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), ha sido destituida por la Casa Blanca menos de un mes después de asumir el cargo, tras rechazar las presiones del secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., que le exigía la renuncia y la destitución de varios altos cargos.
La decisión ha desatado una crisis en el organismo sanitario, ya que al menos cuatro directivos del CDC han dimitido en señal de protesta, alegando un clima de politización y una pérdida de independencia científica. Monarez, confirmada por el Senado a finales de julio, había advertido que se resistiría a las presiones para “purgar” a funcionarios clave.
El Comité de Salud del Senado ha anunciado que abrirá una revisión sobre las dimisiones y la situación interna del organismo, en un contexto de creciente preocupación sobre la capacidad del CDC para cumplir su misión de protección de la salud pública.
La destitución también ha generado críticas políticas. El senador Bernie Sanders calificó la medida de “escandalosa” y alertó del peligro que supone debilitar la confianza en una institución clave en plena crisis sanitaria mundial.








