La explicación se basa en el sistema nervioso autónomo y la necesidad de protección ocular ante un evento violento
Un Reflejo Involuntario Ineludible
El acto de estornudar, médicamente conocido como reflejo estornutatorio, es un mecanismo de defensa totalmente involuntario. Una vez que los receptores nasales detectan un irritante (polvo, pimienta, etc.), la señal viaja al tronco encefálico (la parte más baja del cerebro). Esta área primitiva del cerebro no solo coordina la potente expulsión de aire de los pulmones, sino que también envía una señal paralela a los nervios craneales que controlan los músculos faciales, incluyendo los párpados. Es un circuito nervioso preprogramado que no puedes anular conscientemente.
La Fuerza de la Expulsión
La intensidad del estornudo es la clave. El aire y las partículas se expulsan a velocidades que pueden superar los 160 kilómetros por hora y la fuerza generada es significativa. El cierre de los ojos sirve como una barrera instantánea para:
. Evitar la contaminación: Impide que las gotas de moco y saliva cargadas de gérmenes, que se dispersan violentamente, entren en la membrana mucosa sensible del ojo (la conjuntiva).
. Proteger contra objetos extraños: Asegura que cualquier partícula que sea arrastrada fuera de la nariz se mantenga lejos de la superficie ocular.
Desmintiendo un Mito Popular
Contrariamente a la creencia popular, el estornudo no genera suficiente presión interna para hacer que los ojos "salgan disparados". Este mito es exagerado. Si bien la presión sí aumenta en el tórax y la cabeza, el reflejo de cerrar los ojos está más relacionado con la protección de la superficie ocular de la expulsión exterior, y no con la prevención de una lesión interna causada por la presión.
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