Sí, como lo lees. Diversos estudios científicos han demostrado que el tipo de música que escuchamos mientras comemos puede alterar nuestra percepción del sabor.
¿Por qué ocurre esto?
La explicación está en cómo el cerebro procesa los estímulos sensoriales. La música afecta nuestro estado de ánimo y nuestras emociones, lo que a su vez puede modificar la forma en que percibimos sabores como el dulce, salado o amargo.
Algunos ejemplos curiosos:
● La música clásica suave puede intensificar el sabor dulce o floral en alimentos y vinos.
● Sonidos agudos tienden a realzar el dulzor.
● Los tonos graves o agresivos pueden acentuar sabores amargos o ácidos.
Imagina escuchar una melodía alegre mientras comes chocolate… ¡Puede parecer más cremoso o más dulce de lo habitual!
Este fenómeno se llama “gastrofísica”, una rama de la ciencia que estudia cómo los sentidos interactúan entre sí durante la experiencia gastronómica.
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