✍️ Tomeu Pizá — Abogado, Economista y Profesor/
Vivir en una barriada tan cerca del centro de Palma ha de suponer una ventaja más que un inconveniente ¿es así?
Son Oliva tiene sus momentos, es una barriada bien comunicada, por tren, metro y bus urbano, claro que sí uno decide utilizar el automóvil se encuentra con unas calles bastante saturadas por el tráfico rodado. Últimamente ha crecido bastante más de lo que cabría esperar.
Algunos comentarios apuntan a que aquellos pandilleros que tanto pulularon por las calles, plazas y parques, en parte, solo en parte, han ido desapareciendo. ¿Se puede dar por hecho?
Sinceramente, nos encontramos muy lejos de la normalidad que merece una barriada así en la que muchos de los vecinos son aquellas personas que llegaron hace décadas y con el fruto de su trabajo, arraigaron, crearon un hogar y son propietarios en un momento que muy difícil resulta adquirir una vivienda o simplemente alquilarla, ellos tienen bien merecido el espacio que disfrutan. Hubo un momento que las pandillas organizadas de hispanos, en su mayoría procedentes de otros puntos de la ciudad, crearon un muy mal ambiente, era preocupante, casi un Bronx, fue la vecindad quien pagó las consecuencias del malestar.
¿Por qué razón, pues, se encuentran lejos de la normalidad?
Ocurre que, si bien desaparecieron casi en su totalidad estos grupos, aún persisten pandillas que no precisamente son ejemplares. Sin embargo, se puede acatar el motivo y la culpa a que han ido cerrándose centros para la juventud, para los mayores, deportivos, incluso careciendo de mantenimiento también instalaciones al aire libre. Espacios sin sombras, falta de papeleras, parques en desuso por falta de servicios, pulcritud y aseo, etc. Es una lástima que habiendo instalaciones no se puedan usar por su mal estado, y, claro, esto favorece el desinterés, la degradación y pocas ganas para respetar y cuidar todos estos lugares e instalaciones.
¿La convivencia ha mejorado?
Ni por asomo. La verdad que se ha complicado mucho. Actualmente aquella familiaridad en las tertulias callejeras, sentados en un parque o en los locales sociales, han desaparecido. Las terracitas no siempre son indicadas y menos para el uso diario, la carestía reduce el interés en seguir debates sentados tomando cerveza o café, a diario, impensable. Claro, esta situación reduce la convivencia en estos lugares que antiguamente eran los que más acogida ofrecían a los vecinos. Aunque la aparición de individuos de pésimas intenciones es lo que más negativamente incide en la vida cotidiana.
¿Supone usted que hay violencia, malestar, etc. como antes con los pandilleros?
Más o menos, pero propiciado por estas “modas” y prácticas tan actuales que están presentes en nuestras calles y plazas. Preocupa el trapicheo con sustancias prohibidas, y mucho. Carecemos en el barrio de la vigilancia policial adecuada. Algunas horas es preferible no sacar el perro a pasear. Ya me entiende. Sin embargo, la proliferación de los llamados okupas crea el peor de los ambientes. Locales comerciales y viviendas con demasiada facilidad son ocupados, creando un cúmulo de irregularidades demasiado extenso como para no intentar poner solución. Desde conexiones a la luz eléctrica ilegales, con el peligro que supone (hace poco fue noticia Son Oliva por un incendio que chamuscó toda una fachada, incendió una motocicleta y otros muchos daños en lo que fue una guardería infantil, okupada recientemente). Conectarse a las tuberías que están suministrando agua a las viviendas, de forma precaria y poco segura, romper las puertas que protegen los contadores, de luz y agua, es una imagen casi normalizada en nuestras calles y pasajes. Lamentable.
Parece como si la municipalidad hubiera abandonado este precioso barrio, de nuevas construcciones y acertado diseño y trazado. Como si lo hubiera dejado “a su aire”.
Tiene que ver las aceras, el abandono en los casales, la falta de un Centro Médico, el deterioro en las plazas y sus instalaciones, las infraestructuras, todo. No es solo la falta de vigilancia policial, es también la desidia en el mantenimiento. Duele mucho todo ello porque aquí la mayoría es gente de bien que, de no mejorar su espacio vital, regresarán a sus tierras de origen, lo están haciendo ya, y les sustituyen más desalmados que buenos ciudadanos. Solo conocemos buenas palabras en época preelectoral.
Tomo nota, un día de estos, si el calor lo permite, nos pasearemos por Son Oliva y en primera persona observaremos cosas, gentes y lugares.
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