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El CIS en el ojo del huracán: ¿Sondeo fiable o propaganda encubierta?

 

El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) vuelve a arrojar un resultado que no está exento de controversia, como es habitual cada vez que la institución publica sus sondeos de intención de voto. En esta ocasión, el PSOE amplía su ventaja sobre el PP a 4,9 puntos, consolidándose como la primera fuerza política en estimación de voto con un 34,2%, mientras que el PP cae al 29,3%. Sin embargo, la credibilidad del CIS sigue estando en entredicho, especialmente cuando los datos y tendencias que revela parecen favorecer de manera reiterada al partido en el Gobierno, generando dudas sobre la imparcialidad del organismo.

La politización del CIS: ¿Un órgano técnico o una herramienta al servicio del poder?

El CIS, bajo la dirección de José Félix Tezanos, ha sido objeto de críticas durante los últimos años por una supuesta politización de su labor. Desde que Tezanos asumiera la presidencia del Centro, algunos analistas y miembros de la oposición han señalado que sus barómetros tienden a beneficiar de manera sistemática al PSOE, el partido al que pertenecía su actual director antes de ocupar su cargo. Este contexto inevitablemente colorea cualquier análisis sobre los resultados del CIS, que frecuentemente parecen desentonar con otros estudios demoscópicos realizados por empresas privadas o por entidades académicas.

La encuesta publicada en noviembre no es la excepción. La subida del PSOE en un contexto en el que el clima político ha sido turbulento por la crisis provocada por la DANA, y la caída del PP en más de dos puntos, contrasta con los sondeos de otras casas de encuestas, que presentan márgenes de ventaja más ajustados o incluso una ligera superioridad de los populares. Esto refuerza la percepción de una falta de objetividad en los datos del CIS, generando sospechas de sesgo.

Suspensos generalizados y la desconexión de los políticos con la ciudadanía

Uno de los puntos destacados del barómetro de noviembre es el escaso respaldo que obtienen los líderes políticos españoles, todos ellos suspendidos en su evaluación ciudadana. Pedro Sánchez, con una nota de 3,86, apenas supera al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que obtiene un 3,43. A pesar de que la vicepresidenta Yolanda Díaz, con un 3,68, se coloca por encima de ambos, la valoración de los principales líderes indica una clara desafección ciudadana hacia la clase política.

El porcentaje de desconfianza es notablemente elevado: más del 72% de los encuestados manifiestan que Pedro Sánchez le inspira "poca" o "ninguna" confianza, y en el caso de Feijóo, ese porcentaje se eleva al 81%. Estos datos, que parecen remarcar el distanciamiento entre la ciudadanía y sus representantes, plantean interrogantes sobre la eficacia de la política de comunicación de los principales partidos y la capacidad de sus líderes para conectar con un electorado que se muestra cada vez más desencantado.

¿Una estrategia para influir en la percepción pública?

No es nuevo que las encuestas de intención de voto tengan un efecto directo sobre la opinión pública. En ocasiones, el objetivo de estas encuestas parece ser más el de influir en la percepción de los ciudadanos que el de reflejar fielmente la realidad política. En este sentido, algunos analistas critican que el CIS, en lugar de ser un reflejo del sentir popular, actúe como un "actor político" más, contribuyendo a crear un relato favorable al Gobierno de turno. Las recientes cifras, en las que Pedro Sánchez se mantiene como el preferido para gobernar pese a una clara falta de confianza general, sugieren que hay un esfuerzo por apuntalar la imagen del actual presidente, frente a la caída del respaldo a su principal rival, Feijóo.

¿Muestras representativas o interpretaciones interesadas?

La metodología del CIS también ha sido puesta en cuestión en numerosas ocasiones. En este barómetro, se realizaron 4.010 entrevistas entre el 2 y el 7 de noviembre, un tamaño muestral que, si bien es relevante, ha sido criticado por su posible sesgo en la selección de participantes y en la interpretación de los resultados. El hecho de que el CIS incluya preguntas sobre la confianza en los líderes políticos y no solo sobre intención de voto, da lugar a interpretaciones que pueden utilizarse de forma partidista, influyendo en la narrativa mediática. Además, la forma en que se ponderan los resultados, especialmente en el caso de partidos más pequeños o de ámbito regional, también suscita suspicacias, pues hay una tendencia a otorgar más visibilidad a ciertas fuerzas en detrimento de otras.

¿Por qué el CIS sigue generando polémica?

El escepticismo hacia el CIS no es un fenómeno reciente ni exclusivo de la actual dirección. La percepción de que el Centro puede ser utilizado con fines políticos se arrastra desde hace décadas, pero se ha intensificado en los últimos años con la figura de Tezanos. En esta ocasión, la subida del PSOE y el descenso del PP, en medio de una coyuntura política compleja y tras la gestión de una crisis climática significativa como la DANA, parece alimentar la narrativa de un Gobierno que, según el CIS, está gestionando bien la situación, a pesar de la baja confianza que inspiran sus líderes.

Los partidos de la oposición no han dudado en señalar la falta de fiabilidad de estas cifras, acusando al CIS de fabricar una "realidad paralela" que no se ajusta a los datos que ofrecen otras encuestas. Este es un debate que probablemente seguirá abierto mientras el CIS no sea capaz de recuperar la confianza de un público cada vez más escéptico y polarizado.

Conclusión: ¿Puede el CIS recuperar su credibilidad?

El último barómetro del CIS ha vuelto a reabrir la caja de Pandora de la confianza en las instituciones públicas. La aparente inconsistencia de sus resultados con otras fuentes demoscópicas, unida a la percepción de politización de sus análisis, plantea serias dudas sobre la utilidad del CIS como termómetro fiable de la opinión pública. Para muchos analistas, el problema no reside en la existencia de encuestas, sino en la necesidad de garantizar su independencia y rigor técnico. Mientras estos elementos sigan siendo cuestionados, el CIS seguirá generando tanto interés como polémica, siendo un actor más en la compleja partida de ajedrez que es la política española.


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1 Comentarios

  1. Como siempre un gran escrito que refleja la realidad, el PSOE poniendo a dedo a sus afines para sacar provecho, gracias por ser un medio que dices las cosas como son.

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