✍️ Francesc Jusep Bonnín — cantautor, escritor, poeta, músico y Pintor/
La historia de este domingo va dedicada a un amigo: profesor de música, un pianista excepcional.
He de decir de él que es una persona tranquila, observadora, buen músico, de los de vocación indiscutible.
Ya de muy pequeño le llamaba la atención la música; pero, a los diez años, unos amigos —precisamente músicos— le infundieron, más si cabe, el amor por este arte.
Mi buen amigo Cristian López Guerín trabajó muy duramente para llegar a ser profesor de música y pianista, alcanzando sexto piano.
Sin punto de comparación, pero con cierta semejanza, me recuerda a El pianista, película ambientada en la Segunda Guerra Mundial.
Consigue su meta trabajando en diversos lugares, tocando por las noches en La Blanqueada, antiguo garito ya desaparecido. Todas las noches, dos horas; descansando solo un día. Toca también puntualmente en galerías de arte, y es ahí donde conoce a unas personas que le proponen enviar una maqueta con algunas interpretaciones.
Y lo que es el universo: un profesor de matemáticas, melómano sin duda, se interesa por la maqueta y le propone, además, dar conciertos en el Teatro de Sa Nostra.
Luego, al pasar de los años, vienen más y más conciertos: San Cayetano, Club Náutico de Pollensa, Festival de Cine de Palma, Teatro Principal y distintos lugares de las fiestas de Baleares.
Incluso pone música a algunas películas de cine mudo, hasta que el Nixe Palace, un hotel de lujo, le contrata. Durante once años trabaja en él, tiempo que le sirve para ahorrar lo suficiente y cumplir su sueño: montar su propia academia de música. Cosa que consigue felizmente.
Nuestro protagonista me cuenta, mientras tomamos un café en el bar de siempre, que la música es su modo de vida, un estilo de vida. Que materialmente es importante, pero espiritualmente es un refugio, una tranquilidad del alma.
Coincidimos en que, como compositores, las musas no existen y sí existe el trabajo minucioso, y a veces cansino, de buscar esas notas para convertirlas en un tema musical o en una canción.
Coincidimos en que lo acústico se muere si alguien no lo remedia, que a cualquier cosa le llaman música y que hay mucha música ruidosa, sin clase alguna.
Más relajadamente me cuenta que participó en un videoclip de Tomeu Penya y que sus pianistas y compositores preferidos son Cristian Cibermann o Yuja Wong. Para terminar, deja una frase: “La música hay que transmitirla siempre con el alma, para llegar al alma de los demás”.
Y que en los colegios las clases de música no se resuman en el tostón de la flauta, sino en conocer la historia de la música, declararla y enseñarla para unir pensamientos y a las gentes, como un idioma universal.
Al despedirnos, se me ocurre una frase de la mítica película Casablanca, en la que Bogart dice: “Tócala otra vez”; en este caso, Cristian.
Al tiempo, recuerdo un título de uno de los libros de un autor que tengo entre mis preferidos: Richard Bach, El don de volar.
Y hasta aquí, querido amigo, tu historia. No creamos en las musas, y sí en el trabajo como el tuyo y en tu increíble fuerza de voluntad.



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